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jueves, 18 de septiembre de 2014

La economía y la política no sólo son asuntos de economistas y políticos, son de todos: AMLO





Les comparto esta reflexión:

El mal manejo del gobierno en lo general y de las finanzas públicas en particular, nos están conduciendo a un desastre mayor.

A pesar de las llamadas reformas estructurales, y en buena medida por ellas, la economía permanece estancada, no hay empleos y domina la desilusión y la pobreza.

Lo único que florece es la corrupción. La política está convertida en un lucrativo negocio. Son tiempos de influyentismo e impunidad; de jugosos contratos y concesiones; del robo al erario a manos llenas.

Momentos de esplendor para el Grupo Atlacomulco, transformado al paso del tiempo en PRIAN, con sus máximas, según las cuales, “político pobre, pobre político”; “el que no tranza no avanza”; y “el haiga sido como haiga sido”.

También habría que agregar el desparpajo y la irresponsabilidad en el manejo de las finanzas públicas. Estos hipócritas que siempre hablan de disciplina fiscal y equilibrios macroeconómicos están violando las reglas más elementales de un buen ejercicio financiero. Por ejemplo, no se ha difundido mucho, por el control que mantienen sobre la mayoría de los medios de información, pero el crecimiento de la deuda pública durante el gobierno de EPN, es impresionante.

En diciembre de 2012 era de 5 billones 600 mil millones de pesos y para finales de este año será de 7 billones 300 mil, es decir, en dos años la deuda crecerá en un billón 700 mil millones de pesos.

Agréguese que el gobierno ha solicitado al Congreso un endeudamiento para el año próximo de alrededor de 700 mil millones de pesos, con lo cual, en el mejor de los casos, a la mitad del sexenio, la deuda habría aumentado en 43%, muchísimo más que la economía, la creación de empleos y el bienestar de los mexicanos.

En otras palabras, en 2015, por la reforma energética y, sobre todo, por la corrupción, la hacienda pública recibirá menos ingresos del petróleo, y como la economía tampoco despegará, entre otras causas, por los aumentos de impuestos, no habrá más remedio, de acuerdo a la lógica neoliberal e irresponsable, que pedir prestado para seguir gastando y conseguir un crecimiento artificial y peregrino de la economía.

Es más, un escritor conservador, Sergio Sarmiento, hace unos días sostenía, alarmado, que “contratar 56 mil millones de dólares de nueva deuda pública en un sólo año parece una enorme irresponsabilidad. Ni siquiera José López Portillo o Luis Echevarría llegaron a contratar tanta deuda en un sólo año”.

El déficit, como se le conoce técnicamente al endeudamiento, se utilizará, como lo afirma la revista Proceso de esta semana, para comprar lealtades: “El voto cuesta y se paga con deuda”.

Apunto todo esto para advertir que, una vez que pasen las elecciones y termine el derroche del gasto para comprar voluntades y votos, puede venir una terrible crisis financiera. Ojalá y me equivoque.

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