El uso de los combustibles fósiles, así como su progresivo agotamiento, ha activado y está profundizando dos nuevas e importantes dimensiones de la Crisis Global: el Cambio Climático en marcha y el Colapso Ecológico mundial. El primero más conocido y publicitado, y el segundo hasta ahora un gran desconocido, en general, más aún que la Crisis Energética global que enfrentamos. Sobre todo en cuanto a la Crisis de Biodiversidad planetaria se refiere, pues el Capitalismo Global estaría provocando ya la sexta extinción mundial de especies (Fdez, Durán, 2011).
Y el siglo XXI está volviendo a ser el siglo del carbón, como lo fue el siglo XIX (ver figura 5) (Murray, 2009). Sin embargo, en el siglo XX, la Era del Petróleo, el carbón para nada desapareció de la escena, sino que su consumo se multiplicó por cinco, aunque no fuera algo tan “visible” y conocido. El carbón es hoy en día responsable de casi la mitad de la generación eléctrica mundial, y en EEUU del 50% (Heinberg, 2009). El sucio carbón es pues la energía clave de la actual Sociedad Hipertecnológica, que depende para su funcionamiento de un océano in crescendo de energía eléctrica barata.
Así pues, la Crisis Energética, el Cambio Climático y el Colapso Ecológico global están íntimamente relacionados y se configuran como un triángulo diabólico para el futuro de la Humanidad y el Planeta Tierra. Es curioso, muy curioso, que desde importantes instancias de poder global (aunque para nada desde todas), se nos hable de uno de sus vértices: el Cambio Climático y sus consecuencias (aunque no de sus causas profundas). Pero se obvia totalmente, o casi totalmente, al menos hasta ahora, la más que inminente Crisis Energética global y el Colapso Ecológico, que también está en marcha, y que está adquiriendo ya la dimensión de verdadero Ecocidio mundial. No en vano se dice que hemos entrado ya en una nueva era geológica: el Antropoceno (Fdez Durán, 2011). Y sobre todo, resulta aún más curioso constatar esta tendencia cuando para el actual Capitalismo Global el declive energético es un problema mayor en el corto plazo, en el que forzosamente opera, que el Cambio Climático, cuyas consecuencias son todavía limitadas, a pesar de su gravedad, pero que no afectan aún a las dinámicas centrales de la expansión y concentración del capital, aunque por supuesto sí lo harán en el medio y largo plazo.
Incluso el Colapso Ecológico, el problema quizás más grave para el futuro de la Humanidad, está siendo un problema mayor para las dinámicas de crecimiento y acumulación del capital que el Cambio Climático en marcha, cuyas peores consecuencias hasta ahora se están manifestando sobre todo en los ecosistemas y territorios de los espacios más periféricos y sobre las poblaciones más empobrecidas. El porqué, a nuestro entender, de esta enorme paradoja lo intentaremos abordar más adelante en el texto (Fdez Durán, 2011 b), pues es preciso no olvidar que los problemas ecológicos siempre hay que contemplarlos desde una perspectiva de la Ecología Política. Es decir, desde la lógica del poder. Dichos problemas forman parte del funcionamiento de un sistema, en este caso el actualCapitalismo Global, y sus estructuras de poder mundial (político, empresarial, militar) muestran unos y ocultan otros, de acuerdo con sus intereses y tensiones, y por supuesto de la conflictividad social que generan, a través del manejo y manipulación del lenguaje y el discurso dominante.
La lógica de funcionamiento y expansión del actual Capitalismo Global no sólo está chocando ya con los límites de la Biosfera, sino que internamente está creando situaciones crecientemente insostenibles en cuanto a la desigualdad y capacidad de reproducción social de las sociedades humanas que ha engullido bajo su dominio, sobre todo en las grandes metrópolis del planeta. Muchas de ellas cada día más polarizadas socialmente e ingobernables, sobre todo las Megaciudades del Sur Global, donde más proliferan los comportamientos patológicos, que se intentan enfrentar con un fuerte incremento de la represión y la población reclusa. En dichas metrópolis, la pobreza y la violencia se ceban especialmente sobre las mujeres, sobre cuyas espaldas recaen las tareas de reproducción social. Se está produciendo pues un conflicto creciente entre la lógica del capital y la lógica de la vida. De esta forma, la expansión capitalista depende de dos ámbitos imprescindibles para seguir creciendo: la Naturaleza y el espacio doméstico, ambos hasta ahora gratuitos y ambos en gran medida al límite de su capacidad de sustentación al principio del nuevo milenio. Uno, por las Crisis Energética y Ecológica en marcha, y, el otro, por la crisis imparable de las tareas de cuidado y reproducción. Y los dos imprescindibles para el mantenimiento de la vida humana y no humana. Además, todos los seres humanos somos interdependientes y ecodependientes, pues el Homo economicus competitivo e independiente de otros y de la Naturaleza es una absoluta ficción (Herrero, 2008; Orozco, 2008; Charkiewicz, 2009).
Sin embargo, es patente la invisibilidad de las Crisis Energética y Ecológica y de reproducción social. La tremenda capacidad de ocultación de la Aldea Global, y el hecho de que el mensaje institucional y corporativo sea (hasta ahora) que a pesar de todo caminamos hacia la “sostenibilidad social y ambiental”, había instalado al nuevo Capitalismo Global en una complacencia inusitada, lubricada además por la capacidad de consumo de las clases medias, en especial de los países centrales, y sobre todo de las elites planetarias. Es más, los patrones de vida y consumo de las mismas son los que sirven de reclamo a la población mundial, activados por la industria publicitaria que los proyecta al mundo entero. Así pues, el sistema urbano-agroindustrial mundial es como un iceberg, del que se nos muestra su lado más amable, la parte visible por así decir, pero se nos oculta sus lados más oscuros y crecientes, que se tornan invisibles mediáticamente, permaneciendo pues sumergidos. O se proyectan de tanto en tanto como forma también de inculcar el miedo colectivo, generar pasividad y garantizar la gobernabilidad de las sociedades. Sin embargo, ese lado oscuro se está haciendo cada día más patente y difícil de ocultar, como resultado de la Crisis Global multidimensional en marcha. Una crisis que está haciendo que una gran parte de la Humanidad se haya convertido en superflua para las dinámicas del capital, pues no se interesa por ella ni como productores (sobra mucha fuerza de trabajo), ni como consumidores (hay mucha miseria). La Sociedad del Trabajo ha entrado en fuerte crisis con el nuevo Capitalismo Global, pero esta situación experimentará importantes transformaciones cuando irrumpa con toda su fuerza la Crisis Energética y quiebre la globalización, demandando más trabajo humano y animal.
La lógica de funcionamiento y expansión del actual Capitalismo Global no sólo está chocando ya con los límites de la Biosfera, sino que internamente está creando situaciones crecientemente insostenibles en cuanto a la desigualdad y capacidad de reproducción social de las sociedades humanas que ha engullido bajo su dominio, sobre todo en las grandes metrópolis del planeta. Muchas de ellas cada día más polarizadas socialmente e ingobernables, sobre todo las Megaciudades del Sur Global, donde más proliferan los comportamientos patológicos, que se intentan enfrentar con un fuerte incremento de la represión y la población reclusa. En dichas metrópolis, la pobreza y la violencia se ceban especialmente sobre las mujeres, sobre cuyas espaldas recaen las tareas de reproducción social. Se está produciendo pues un conflicto creciente entre la lógica del capital y la lógica de la vida. De esta forma, la expansión capitalista depende de dos ámbitos imprescindibles para seguir creciendo: la Naturaleza y el espacio doméstico, ambos hasta ahora gratuitos y ambos en gran medida al límite de su capacidad de sustentación al principio del nuevo milenio. Uno, por las Crisis Energética y Ecológica en marcha, y, el otro, por la crisis imparable de las tareas de cuidado y reproducción. Y los dos imprescindibles para el mantenimiento de la vida humana y no humana. Además, todos los seres humanos somos interdependientes y ecodependientes, pues el Homo economicus competitivo e independiente de otros y de la Naturaleza es una absoluta ficción (Herrero, 2008; Orozco, 2008; Charkiewicz, 2009).
Sin embargo, es patente la invisibilidad de las Crisis Energética y Ecológica y de reproducción social. La tremenda capacidad de ocultación de la Aldea Global, y el hecho de que el mensaje institucional y corporativo sea (hasta ahora) que a pesar de todo caminamos hacia la “sostenibilidad social y ambiental”, había instalado al nuevo Capitalismo Global en una complacencia inusitada, lubricada además por la capacidad de consumo de las clases medias, en especial de los países centrales, y sobre todo de las elites planetarias. Es más, los patrones de vida y consumo de las mismas son los que sirven de reclamo a la población mundial, activados por la industria publicitaria que los proyecta al mundo entero. Así pues, el sistema urbano-agroindustrial mundial es como un iceberg, del que se nos muestra su lado más amable, la parte visible por así decir, pero se nos oculta sus lados más oscuros y crecientes, que se tornan invisibles mediáticamente, permaneciendo pues sumergidos. O se proyectan de tanto en tanto como forma también de inculcar el miedo colectivo, generar pasividad y garantizar la gobernabilidad de las sociedades. Sin embargo, ese lado oscuro se está haciendo cada día más patente y difícil de ocultar, como resultado de la Crisis Global multidimensional en marcha. Una crisis que está haciendo que una gran parte de la Humanidad se haya convertido en superflua para las dinámicas del capital, pues no se interesa por ella ni como productores (sobra mucha fuerza de trabajo), ni como consumidores (hay mucha miseria). La Sociedad del Trabajo ha entrado en fuerte crisis con el nuevo Capitalismo Global, pero esta situación experimentará importantes transformaciones cuando irrumpa con toda su fuerza la Crisis Energética y quiebre la globalización, demandando más trabajo humano y animal.
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