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Sin embargo, no fueron los únicos aspectos en los que la ONU llamó la atención a El Vaticano ya que esos atropellos los ligó estrechamente a otros graves casos de venta de niños, discriminación, trata, prostitución y pornografía infantil.
Impunidad acotada
Impunidad acotada
Por centurias el estatus jurídico de El Vaticano ha sido considerado un tema tabú; no sólo en aspectos de impartición de justicia o de jurisdicción legal sino por el trato de excepción que le habían prodigado los mismos estados nacionales.
Para nadie es desconocido que la autodenominada Santa Sede era considerada como una institución de Estado, de jure, con plena soberanía e independencia frente a otros estados; institución con la cual se tejían relaciones diplomáticas al mismo tiempo que se le reconocía la representación de una religión mundial.
Es sabido además que El Vaticano tiene y ha tenido una poderosa influencia con presidentes y jefes de Estado, así como corporaciones sociales y políticas de todo tipo; de tal manera que gracias a ese doble carácter la religión católica ha sido prácticamente intocable.
Pero ya no lo es, ni lo será en lo sucesivo. La resolución CRC/C/VAT/CO/2 del Comité de Derechos del Niño, abre la puerta para sentar a jerarcas de la Iglesia católica ante tribunales civiles y penales, incluso internacionales para ser juzgados por delitos de lesa humanidad, pues el resolutivo reconoce a El Vaticano como un “sujeto soberano de derecho internacional”, debido a que “ejerce un poder supremo a través de las personas y las instituciones sometidas a su autoridad”, de tal forma que ahora miles de niños y víctimas podrán presentar denuncias contra esa institución.
En la resolución el Comité cuestionó que similares recomendaciones formuladas hace casi 20 años, fueron desatendidas por el Vaticano; que poco o nada hizo ante graves casos de discriminación; que fue menospreciado el derecho del niño a expresar sus puntos de vista en los asuntos de familia, y que la Iglesia católica mantuvo lamentables reservas a la Convención de los Derechos del Niño que socavaban su pleno reconocimiento.
Código autoritario
Para nadie es desconocido que la autodenominada Santa Sede era considerada como una institución de Estado, de jure, con plena soberanía e independencia frente a otros estados; institución con la cual se tejían relaciones diplomáticas al mismo tiempo que se le reconocía la representación de una religión mundial.
Es sabido además que El Vaticano tiene y ha tenido una poderosa influencia con presidentes y jefes de Estado, así como corporaciones sociales y políticas de todo tipo; de tal manera que gracias a ese doble carácter la religión católica ha sido prácticamente intocable.
Pero ya no lo es, ni lo será en lo sucesivo. La resolución CRC/C/VAT/CO/2 del Comité de Derechos del Niño, abre la puerta para sentar a jerarcas de la Iglesia católica ante tribunales civiles y penales, incluso internacionales para ser juzgados por delitos de lesa humanidad, pues el resolutivo reconoce a El Vaticano como un “sujeto soberano de derecho internacional”, debido a que “ejerce un poder supremo a través de las personas y las instituciones sometidas a su autoridad”, de tal forma que ahora miles de niños y víctimas podrán presentar denuncias contra esa institución.
En la resolución el Comité cuestionó que similares recomendaciones formuladas hace casi 20 años, fueron desatendidas por el Vaticano; que poco o nada hizo ante graves casos de discriminación; que fue menospreciado el derecho del niño a expresar sus puntos de vista en los asuntos de familia, y que la Iglesia católica mantuvo lamentables reservas a la Convención de los Derechos del Niño que socavaban su pleno reconocimiento.
Código autoritario
Llama la atención la ONU que el derecho canónico que rige a la Iglesia católica no sólo no está armonizado con esa Convención sino que alienta la violencia y otras formas de explotación, por lo que urgió a modificarlo. Recomendación que constituye un hito.
El asunto no es cosa menor ya que dicho Código ha sido considerado por la alta jerarquía católica como “muy superior” a cualquier constitución o norma legal, lo que ha derivado en impunidad, encubrimiento y en el nulo sometimiento de curas y sacerdotes a cualquier elemental estado de derecho para ser juzgados como cualquier ciudadano ordinario.
Tan es así que ante las constantes denuncias de abuso sexual de menores El Vaticano buscó preservar la reputación de la Iglesia, desacreditar las víctimas y se protegió a los victimarios por encima del interés superior de los niños; lo que “han dado lugar a la continuación del abuso y la impunidad de los perpetradores”.
Tan graves atrasos contempla el código que todavía valida el término de “hijo ilegítimo”, además que carece de un enfoque integral y de género ya que permite el maltrato cruel e inhumano de las niñas, como sucedió en Irlanda del Norte donde centenas de niñas trabajaron en condiciones análogas a la esclavitud.
Un punto sobresaliente es el falso celibato que guardan los curas pues se recomienda evaluar el número de niños nacidos de sacerdotes católicos, saber quiénes son y que se tomen todas las medidas necesarias para garantizar los derechos de los niños a conocer y ser cuidados por sus padres.
Se toma nota además de que miles de niños fueron retirados por la fuerza de sus madres por los miembros de las congregaciones católicas en varios países y que se comercializaron posteriormente en orfanatos.
Sacerdotes delincuentes
El asunto no es cosa menor ya que dicho Código ha sido considerado por la alta jerarquía católica como “muy superior” a cualquier constitución o norma legal, lo que ha derivado en impunidad, encubrimiento y en el nulo sometimiento de curas y sacerdotes a cualquier elemental estado de derecho para ser juzgados como cualquier ciudadano ordinario.
Tan es así que ante las constantes denuncias de abuso sexual de menores El Vaticano buscó preservar la reputación de la Iglesia, desacreditar las víctimas y se protegió a los victimarios por encima del interés superior de los niños; lo que “han dado lugar a la continuación del abuso y la impunidad de los perpetradores”.
Tan graves atrasos contempla el código que todavía valida el término de “hijo ilegítimo”, además que carece de un enfoque integral y de género ya que permite el maltrato cruel e inhumano de las niñas, como sucedió en Irlanda del Norte donde centenas de niñas trabajaron en condiciones análogas a la esclavitud.
Un punto sobresaliente es el falso celibato que guardan los curas pues se recomienda evaluar el número de niños nacidos de sacerdotes católicos, saber quiénes son y que se tomen todas las medidas necesarias para garantizar los derechos de los niños a conocer y ser cuidados por sus padres.
Se toma nota además de que miles de niños fueron retirados por la fuerza de sus madres por los miembros de las congregaciones católicas en varios países y que se comercializaron posteriormente en orfanatos.
Sacerdotes delincuentes
El Comité expresó su profunda preocupación por el constante abuso sexual de menores cometido por miembros y clérigos de las iglesias católicas que operan bajo la autoridad de la Santa Sede, entre las que se encuentras miles de escuelas privadas.
Se cuestionó la práctica de la movilidad de los delincuentes y el voto de silencio, lo que ha permitido a muchos sacerdotes a permanecer en contacto con los niños y continuar abusando de ellos o de otros; y que los coloca en muchos países en alto riesgo de abuso sexual.
En México la punta del iceberg se ha dado, comprobadamente, con los Legionarios de Cristo, congregación protegida por poderosos políticos y empresarios. Pero el mal se extiende en todas las órdenes.
Para empezar, el Estado mexicano, por ser parte de las Naciones Unidas, debe exigir a El Vaticano que cumpla con todas las recomendaciones.
Mientras tanto, no estaría mal retirar el registro a los Legionarios de Cristo, orden que ha actuado igual o peor que cualquier cártel del crimen organizado.
Se cuestionó la práctica de la movilidad de los delincuentes y el voto de silencio, lo que ha permitido a muchos sacerdotes a permanecer en contacto con los niños y continuar abusando de ellos o de otros; y que los coloca en muchos países en alto riesgo de abuso sexual.
En México la punta del iceberg se ha dado, comprobadamente, con los Legionarios de Cristo, congregación protegida por poderosos políticos y empresarios. Pero el mal se extiende en todas las órdenes.
Para empezar, el Estado mexicano, por ser parte de las Naciones Unidas, debe exigir a El Vaticano que cumpla con todas las recomendaciones.
Mientras tanto, no estaría mal retirar el registro a los Legionarios de Cristo, orden que ha actuado igual o peor que cualquier cártel del crimen organizado.
Por Jaime Hernández Ortiz
La Jornada/Jalisco
Febrero 12, 2014
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