En el México de las desigualdades, la pobreza extrema es una realidad que lacera. Foto: Archivo |
“Si amamos a Jesús no podemos aceptar la injusticia. Tenemos la obligación de denunciar a los opresores. Si nos callamos ante los atropellos de los poderosos nos convertimos en cómplices”, dice Monira a sus amigos Francisco e Ismael después de escuchar un noticiero transmitido por una radiodifusora en Zapopan. Francisco tomó la palabra y expresó su admiración por Raúl Vera, obispo de Saltillo, Coahuila, quien recientemente cuestionó la aprobación de la llamada reforma energética y llamó a sus compatriotas para que auxilien a los migrantes que viajan hacia Estados Unidos. Intervino Ismael para precisar que “a Dios no le gusta la opresión. El Creador no quiere que los seres humanos vivan como opresores y oprimidos. Les da las posibilidades y la inteligencia para que se traten con amor, como hermanos”.
Desde la calle llegaba hasta la casa de Francisco el bullicio de diciembre, el espíritu navideño, la algarabía, la música. Los tres amigos se habían reunido para tomar un chocolate caliente, estilo Michoacán, con deliciosas piezas de pan dulce, conversar y reflexionar sobre el mensaje de Jesús y las realidades humanas e inhumanas en pleno siglo XXI. Monira es nieta de libaneses que llegaron a Torreón en 1916. En su casa conservan algunas tradiciones del Líbano. Ella es cristiana maronita y le gusta estar informada de lo que ocurre en nuestra América y el mundo, particularmente en la región del Medio Oriente.
Francisco, el buen anfitrión, nació en Fresnillo, Zacatecas y vive en Jalisco desde 1991. Es un católico que siente compromiso con su nación y sueña que en México haya paz. Está convencido que sin justicia social nunca habrá paz y considera que la paz y la justicia son desafíos y tareas colectivas. Le gustan mucho las expresiones de la canción No basta rezar que intepretaba el venezolano Alí Primera y considera que “hacen faltan muchas para conseguir la paz”. Ismael, como Monira, es nieto de libaneses. Sus abuelos musulmanes inmigrantes llegaron en 1928 a la ciudad de México. Se educó igual que sus padres en el Islam. Considera a Jesús como un profeta de Dios. “Amo y respeto a Jesús, como amo y respeto a Abraham, Moisés y Muhammad”, comenta Ismael, quien llegó a vivir a tierras jaliscienses en 1999 procedente de Querétaro.
La riqueza natural de un país debe servir a toda la población para que viva en armonía. Todos los ciudadanos, hombres y mujeres, que profesen o no alguna religión y que defiendan o no alguna ideología tienen deberes con la sociedad donde viven y deben disfrutar plenamente sus derechos. No se puede vivir de manera indiferente, “cuando una sabe que más de 800 millones de personas en el mundo pasan hambre diariamente”, afirmó Monira, quien recuerda que en Beirut sus abuelos y padres participaron en un comité de ayuda permanente a los refugiados palestinos.
Amistad y amor fraternal son valores que deben divulgarse todos los días, semanas y meses de los años que vivamos en el planeta Tierra. Si los dirigentes, gobernantes, presidentes de cada nación comprendieran la importancia de la palabra amistad crearían redes para ayudar a países vecinos y lejanos, “ayudar sin intervenir, sin imponer, sin oprimir, sin robarse los recursos de las naciones. Se acabarían las guerras y, como enseñó Benito Juárez, se lograría la paz con el respeto”, añadió Francisco, antes de invitar a Monira e Ismael a conocer su nueva biblioteca personal y dar un vistazo a las publicaciones.
Monira le entregó de obsequio un libro editado por la Cooperativa Viandante de la ciudad de México que se titula: Nacionalizar para descolonizar. En torno al petróleo que contiene documentos de Vicente Lombardo Toledano. Felipe agradeció el regalo que le será de gran utilidad para participar en los encuentros ciudadanos programados en Jalisco para defender la riqueza petrolera, la soberanía y rechazar una vez más la reforma energética diseñada por los neoliberales, presentada por el gobierno de Enrique Peña Nieto, defendida y promovida por la oligarquía egoísta e injusta.
Jesús en el Islam, obra escrita por Maneh Hammad al Johani y editada por el Centro Islámico en España, es el libro que Ismael obsequió a Francisco para que siga enriqueciendo su biblioteca. Al acercarse a uno de los libreros, Ismael observa que Francisco ubicó la publicación junto a La Torah, La Biblia y El Corán. Durante el pasado mes de Ramadán, Ismael le obsequió un ejemplar de Fátima y la Virgen María, editado en la República Islámica de Irán, donde se recuerdan las siguientes palabras de Dios: “¡María! Dios te ha escogido y purificado entre todas las mujeres del universo”.
Muhammad y Jesús, profetas en épocas distintas, combatieron la injusticia. Todos los mensajeros enviados por Dios denunciaron a los opresores. En los diferentes capítulos de El Corán, conocidos como Suras, el Creador le explica a Muhammad que la opresión es uno de los grandes pecados y que quien oprime a otros, se oprime a sí mismo. Desde la cuna, a sólo cinco días de nacido, Jesús habló y aclaró: “Soy el siervo de Dios: Dios me ha dado la Escritura y me ha hecho profeta. Me ha bendecido donde quiera que me encuentre y me ha ordenado hacer la oración y pagar el zakat o contribución social”.
Quienes se consideren seguidores de Jesús no podrán vivir indiferentes ante los males que aquejan a los pueblos y a las sociedades. Ante las agresiones que autoridades estatales, federales e integrantes de lo que llaman “el crimen organizado” cometen contra los inmigrantes y desplazados, hay que apoyar a personas buenas y honestas como el padre Alejandro Solalinde y a todos los que estén dispuestos a auxiliar a viajeros pobres que van en busca de trabajo o con la intención de reunir a sus familias en territorio estadunidense. Ayudar al necesitado y exigir a las autoridades beliceñas, colombianas, costarricenses, guatemaltecas, hondureñas, mexicanas, peruanas y salvadoreñas que cumplan con sus leyes y protejan a la población.
Por Fernando Acosta Riveros
Tomado de La Jornada/Jalisco
Diciembre 28, 2013
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