Por Miguel Carbonell
Lic. en Derecho por la UNAM
Dr. en Derecho por la Universidad Complutense; Madrid, España
El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) presentó el informe “Maternidad en la niñez. Enfrentar el reto del embarazo en adolescentes” que ofrece una nueva perspectiva del embarazo en adolescentes y pretende desarrollar nuevas alternativas para frenar la maternidad en la niñez y todos los problemas que derivan de ella.
La maternidad en la niñez es un problema mundial sumamente grave, especialmente en los países en desarrollo, donde cada año cerca de 7.3 millones de niñas menores de 18 años dan a luz. En el caso de las adolescentes de menos de 18 años, y particularmente las de menos de 15 años, el embarazo no es el resultado de una decisión deliberada, sino consecuencia de la ausencia de poder de decisión y de circunstancias que están fuera del control de las niñas. El embarazo a temprana edad refleja las situaciones de desigualdad y de pobreza de las niñas, y en muchas ocasiones, es el resultado de la violencia y la coacción sexual que ejercen compañeros, familiares, parejas y comunidades.
Todos los días cerca de 20.000 niñas menores de 18 años dan a luz en países en desarrollo. En todas las regiones del mundo, las niñas rurales empobrecidas y con una educación deficiente son más proclives a quedar embarazadas que las niñas urbanas, más ricas y educadas. Las niñas que pertenecen a una minoría étnica o a un grupo marginalizado, que no tienen opciones ni oportunidades en la vida, o que tienen un acceso limitado o nulo a la salud sexual y reproductiva, incluida la información y servicios sobre anticonceptivos, también son más proclives a quedar embarazadas.
El embarazo y el parto son unas de las principales causas de muerte de adolescentes en países en desarrollo: alrededor de 70.000 adolescentes en países en desarrollo mueren cada año por causas relacionadas con el embarazo y el parto. El riesgo de muerte materna en madres de menos de 15 años en países de ingresos bajos y medios es dos veces mayor al de las mujeres mayores; asimismo, este grupo más joven sufre tasas considerablemente más altas de fístulas obstétricas que las más grandes.
El 95% de los partos en adolescentes en el mundo, es decir, cerca de 7.3 millones de partos ocurren en países en desarrollo. De esos 7.3 millones, 2 millones de los partos son partos de niñas menores de 15 años, y nueve de cada 10 de estos partos ocurren dentro de un matrimonio o unión.
El informe destaca que el embarazo en la niñez tiene consecuencias inmediatas y duraderas en la salud, la educación, el poder adquisitivo y en general, en la manera en que se desarrolla la vida de la niña. El embarazo en adolescentes es causa y consecuencia de violaciones de derechos: por un lado, se menoscaban las posibilidades que tienen las niñas de ejercer los derechos a la educación, a la salud, y a la autonomía; y por el otro lado, cuando una niña no puede gozar de sus derechos básicos, se vuelve más propensa a quedar embarazada.
En este sentido, la educación juega un papel clave para evitar el embarazo a temprana edad. Las niñas que permanecen en la escuela más tiempo son menos proclives a quedar embarazadas, además, la educación prepara a las niñas para el trabajo y la subsistencia, mejora su autoestima y su posición en el hogar y en la comunidad, y les permite influir más en las decisiones que afectan su vida. La educación también reduce la probabilidad de matrimonio infantil y retrasa la maternidad, con lo cual, al final, los partos terminan siendo más saludables.
El embarazo en adolescentes es producto de diversos factores subyacentes sociales y económicos, por lo que la prevención requiere estrategias multidimensionales orientadas a la ampliación de los medios de acción de las niñas y adaptadas a cada población en particular, especialmente a las marginalizadas y más vulnerables. Muchas de las medidas tomadas por los gobiernos y la sociedad civil que han reducido la fecundidad adolescente fueron diseñadas para lograr otros objetivos, tales como mantener a las niñas en la escuela, prevenir la infección por VIH/Sida o terminar con el matrimonio infantil. Estas medidas también favorecen el desarrollo del capital humano, y ayudan a impartir información o destrezas para que las niñas estén facultadas para tomar decisiones en la vida.
Muchos países han tomado medidas con el objetivo de prevenir el embarazo en adolescentes y apoyar a las niñas embarazadas, sin embargo, gran número de las medidas que se han tomado hasta el momento tratan principalmente de cambiar el comportamiento de la niña, de modo que no abordan los factores determinantes subyacentes, como la desigualdad de género, la pobreza, la violencia y la coacción sexual, el matrimonio infantil, las presiones sociales, la exclusión de oportunidades educativas y laborales, y las actitudes negativas y los estereotipos.
Para mantener a las niñas seguras, saludables y reafirmar su trayectoria de vida, se necesitan inversiones integrales, estratégicas y con objetivos para abordar las múltiples fuentes de vulnerabilidades, que varían según la edad, capacidades, grupos de ingresos, lugares de residencia y muchos otros factores. Asimismo, se necesitan programas multisectoriales a fin de crear recursos globales para las niñas en salud, educación y subsistencia, y también para facultarlas a través de redes de seguridad social y mejorar su posición en el hogar, en la familia, en la comunidad y en las relaciones.
Las niñas necesitan acceso a servicios e información de salud sexual y reproductiva, así como un alivio con respecto a las presiones económicas y sociales que a menudo conducen al embarazo y a la pobreza, la salud precaria y el potencial humano frustrado que resultan del embarazo. Se deben realizar esfuerzos adicionales para llegar a las niñas de menos de 15 años, cuyas necesidades y vulnerabilidades son particularmente importantes y complejas.
Los esfuerzos para prevenir embarazos en niñas mayores de 15 años o para apoyar a las adolescentes mayores que están embarazadas o que han dado a luz pueden ser inadecuados e irrelevantes para las adolescentes más jóvenes. Las adolescentes más pequeñas tienen vulnerabilidades especiales y se ha hecho muy poco para comprender los enormes desafíos a que enfrentan y darles una respuesta.
El UNFPA señala que es necesario dejar las intervenciones con un enfoque muy limitado a las niñas o a la prevención del embarazo, e implementar enfoques más amplios que desarrollen el capital humano de las niñas, se centren en su capacidad de tomar decisiones sobre su vida (incluidos los temas de salud sexual y reproductiva) y presenten oportunidades reales a las niñas de modo que no consideren la maternidad como su único destino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario