¿Qué ha hecho la caricatura de gobierno de Enrique Peña Nieto? Poner en marcha un esquema de austeridad pero al revés: mantuvo los privilegios de la alta burocracia, no creó empleos y nos obligó a reducir nuestros índices de consumo en 7 por ciento.
De enero a julio de 2013 –datos oficiales de la Secretaría de Hacienda– la recaudación tributaria por la vía del Impuesto al Valor Agregado (IVA) fue de 315 mil 841 millones de pesos, lo que representa una caída de 7 por ciento, o de 52 mil 266.9 millones de pesos, con respecto al mismo período del año anterior.
No olvidemos, pero de ningún modo, que de enero a julio de 2012 fluyó el dinero de las campañas electorales. Sin esos recursos –que aportamos los contribuyentes por medio del Instituto del Fraude Electoral y el crimen organizado a través del PRI– la economía habría registrado quizá resultados semejantes a los del año en curso.
¿Cómo compensó Hacienda la caída del IVA? Gracias al Impuesto Sobre la Renta (ISR) y al Impuesto Empresarial a Tasa Única (IETU). Ambos gravámenes tuvieron un crecimiento de 5.8 por ciento, también de enero a julio de este año, comparado con el que hubo de enero a julio de 2012.
¿Recuerdan que a partir de 2008, López Obrador exigió la abolición del IETU, precisamente porque impide la creación de puestos de trabajo y reduce el consumo de productos gravados con IVA? En el proceso “electoral” del año pasado, y escudados tras el inmenso aparato propagandístico del régimen,los empresarios, una vez más, se aliaron en contra de AMLO. Sin embargo…
Hace apenas tres días, el señor Juan Pablo Castañón, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana, dijo que la reforma hacendaria que mañana dará a conocer Peña Nieto, debe suprimir el IETU yextender el cobro del IVA a medicinas y alimentos.
En otras palabras, los patrones ahora sí quieren que sea eliminado el obstáculo que reduce el consumo, para que la gente pueda comprar más y se vea obligada a pagar impuestos por enfermarse o por comer.
Pero la reforma hacendaria de Peña Nieto –que no es de Peña Nieto, sino de Luis Videgaray, o mejor dicho, de Pedro Aspe, o para acabar pronto, deCarlos Salinas de Gortari, el Banco Mundial y la Organización para el Desarrollo Económico y el Comercio (OCDE)– no está pensada para complacer a la Coparmex sino a las grandes petroleras de Estados Unidos y Europa.
En Tabasco se dice que la gente perezosa, cuando sabe que la va a picar un alacrán, se inyecta el antídoto antes que el insecto le inocule su veneno. Esta podría ser muy bien la más gráfica representación de la reforma hacendaria que en estos momentos Pedro Aspe, el poderoso ex secretario de Hacienda de Salinas de Gortari (de 1988 a 1994), está revisando con su discípulo favorito, Luis Videgaray, actual secretario de Hacienda de Salinas de Gortari en el gabinete de Peña Nieto.
Tanto el Banco Mundial como los países miembros de la OCDE aguardan con grandes expectativas el momento en que Peña Nieto “proponga” los nuevos impuestos. Éstos, en primer lugar, deberán ser ineludibles –o sea que nadie se pueda librar de pagarlos– y, en segundo, eficaces, para que recauden efectivamente lo que Petróleos Mexicanos (Pemex) dejará de aportar al gasto público una vez que empiece a “compartir” sus ganancias con las empresas de Estados Unidos y Europa.
Al Banco Mundial le preocupa el asunto, porque si los nuevos impuestos no son capaces de aportarle al gobierno de México recursos suficientes para seguir funcionando, en cualquier momento podría sobrevenir una crisis como la de diciembre de 1994, cuando las reservas internacionales del Banco de México se esfumaron, el peso se devaluó 100 por ciento, los inversionistas huyeron de la Bolsa Mexicana de Valores y de un día para otro se cayeron todas las bolsas del mundo.
A las petroleras de Europa y Estados Unidos también les preocupa el asunto, porque si la Reforma Hacendaria no es aprobada por el Congreso de México, la privatización total de Pemex tendrá que volver a posponerse. Ellas son el alacrán y el veneno, y los nuevos impuestos la hipotética vacuna contra su mortal picadura.
En círculos cercanos a la coalición de partidos, senadores y diputados integrantes de la aplanadora legislativa llamada Pacto por México, se dice que tras la aprobación de la contrarreforma energética, el gobierno abrirá las llaves del gasto público que ha tenido cerradas desde el primero de diciembre, y manará el dinero, surgirán chambas para los que estamos en el desempleo y pagaremos con gusto el IVA a las medicinas porque nos enfermaremos de prosperidad.
¡Oh, sí! ¡Oh, yeah! Lo que no se dice es que este milagro sólo podrá ocurrir gracias a nuevos endeudamientos, y ya sabemos lo que sucede cuando el gobierno en turno pide prestado, derrocha y se va, y a nosotros nos dejan la cuenta. Tras la “abundancia” de 1977 a 1980, sobrevino la crisis económica que fue “enfrentada” con la privatización de casi todas las empresas públicas, pero sólo aumentó la pobreza y la violencia.
Tras el despilfarro de recursos públicos, que absorbieron los banqueros privados en el primer sexenio de Salinas (1988-1994), se desató la crisis de 1994-95, que dio origen al Fobaproa, cuya deuda original de 600 mil millones de pesos permanece intacta, mientras desde 1998 pagamos los intereses de los intereses, tirando a la basura una riqueza que debería destinarse a la salud, la educación, el desarrollo científico y la reactivación del campo.
Ahora bien, frente a la crisis económica mundial, que por decir algo mantiene en vilo a la Unión Europea, donde todos los esfuerzos que se hacen son insuficientes para rescatar a los países del grupo Pegi (Portugal, España, Grecia e Italia), ¿de dónde saldrá el dinero para financiar la Disneylandia de Peña Nieto?
¿Es verdad que el gasto público está congelado y el dinero no fluye porque lo están reservando para la fiesta que tienen planeada en cuanto privaticen Pemex? No. El gasto público está congelado porque, en realidad, el Presupuesto de Egresos de 2013 ha sido absorbido por el Banco de México para evitar una brutal devaluación del peso, que de todos modos sigue y sigue cayendo frente al dólar: el cambio estuvo anteayer a 13.67.
Así que, en resumidas cuentas, si persiste la recesión, nos suben los impuestos y regalan a Estados Unidos y Europa una parte de las ganancias de Pemex, el gobierno será incapaz de resistir los efectos económicos y las consecuencias políticas de sus errores y abusos.
No me molestaría en absoluto si mañana, desde el Zócalo, AMLO propusiera una resistencia de brazos caídos y dijera: el proyecto de Peña Nieto es la ruta más corta al caos y no podemos evitarlo. México sólo empezará a cambiar cuando llegue al fondo del fondo. No nos desgastemos tratando de salvar a quienes nos odian porque aman a sus amos. Hagámonos a un lado para que el tiempo histórico transcurra más rápido. Nadie está obligado a lo imposible.
Por: Jaime Avilés (@Desfiladero132)
De enero a julio de 2013 –datos oficiales de la Secretaría de Hacienda– la recaudación tributaria por la vía del Impuesto al Valor Agregado (IVA) fue de 315 mil 841 millones de pesos, lo que representa una caída de 7 por ciento, o de 52 mil 266.9 millones de pesos, con respecto al mismo período del año anterior.
No olvidemos, pero de ningún modo, que de enero a julio de 2012 fluyó el dinero de las campañas electorales. Sin esos recursos –que aportamos los contribuyentes por medio del Instituto del Fraude Electoral y el crimen organizado a través del PRI– la economía habría registrado quizá resultados semejantes a los del año en curso.
¿Cómo compensó Hacienda la caída del IVA? Gracias al Impuesto Sobre la Renta (ISR) y al Impuesto Empresarial a Tasa Única (IETU). Ambos gravámenes tuvieron un crecimiento de 5.8 por ciento, también de enero a julio de este año, comparado con el que hubo de enero a julio de 2012.
¿Recuerdan que a partir de 2008, López Obrador exigió la abolición del IETU, precisamente porque impide la creación de puestos de trabajo y reduce el consumo de productos gravados con IVA? En el proceso “electoral” del año pasado, y escudados tras el inmenso aparato propagandístico del régimen,los empresarios, una vez más, se aliaron en contra de AMLO. Sin embargo…
Hace apenas tres días, el señor Juan Pablo Castañón, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana, dijo que la reforma hacendaria que mañana dará a conocer Peña Nieto, debe suprimir el IETU yextender el cobro del IVA a medicinas y alimentos.
En otras palabras, los patrones ahora sí quieren que sea eliminado el obstáculo que reduce el consumo, para que la gente pueda comprar más y se vea obligada a pagar impuestos por enfermarse o por comer.
Pero la reforma hacendaria de Peña Nieto –que no es de Peña Nieto, sino de Luis Videgaray, o mejor dicho, de Pedro Aspe, o para acabar pronto, deCarlos Salinas de Gortari, el Banco Mundial y la Organización para el Desarrollo Económico y el Comercio (OCDE)– no está pensada para complacer a la Coparmex sino a las grandes petroleras de Estados Unidos y Europa.
En Tabasco se dice que la gente perezosa, cuando sabe que la va a picar un alacrán, se inyecta el antídoto antes que el insecto le inocule su veneno. Esta podría ser muy bien la más gráfica representación de la reforma hacendaria que en estos momentos Pedro Aspe, el poderoso ex secretario de Hacienda de Salinas de Gortari (de 1988 a 1994), está revisando con su discípulo favorito, Luis Videgaray, actual secretario de Hacienda de Salinas de Gortari en el gabinete de Peña Nieto.
Tanto el Banco Mundial como los países miembros de la OCDE aguardan con grandes expectativas el momento en que Peña Nieto “proponga” los nuevos impuestos. Éstos, en primer lugar, deberán ser ineludibles –o sea que nadie se pueda librar de pagarlos– y, en segundo, eficaces, para que recauden efectivamente lo que Petróleos Mexicanos (Pemex) dejará de aportar al gasto público una vez que empiece a “compartir” sus ganancias con las empresas de Estados Unidos y Europa.
Al Banco Mundial le preocupa el asunto, porque si los nuevos impuestos no son capaces de aportarle al gobierno de México recursos suficientes para seguir funcionando, en cualquier momento podría sobrevenir una crisis como la de diciembre de 1994, cuando las reservas internacionales del Banco de México se esfumaron, el peso se devaluó 100 por ciento, los inversionistas huyeron de la Bolsa Mexicana de Valores y de un día para otro se cayeron todas las bolsas del mundo.
A las petroleras de Europa y Estados Unidos también les preocupa el asunto, porque si la Reforma Hacendaria no es aprobada por el Congreso de México, la privatización total de Pemex tendrá que volver a posponerse. Ellas son el alacrán y el veneno, y los nuevos impuestos la hipotética vacuna contra su mortal picadura.
En círculos cercanos a la coalición de partidos, senadores y diputados integrantes de la aplanadora legislativa llamada Pacto por México, se dice que tras la aprobación de la contrarreforma energética, el gobierno abrirá las llaves del gasto público que ha tenido cerradas desde el primero de diciembre, y manará el dinero, surgirán chambas para los que estamos en el desempleo y pagaremos con gusto el IVA a las medicinas porque nos enfermaremos de prosperidad.
¡Oh, sí! ¡Oh, yeah! Lo que no se dice es que este milagro sólo podrá ocurrir gracias a nuevos endeudamientos, y ya sabemos lo que sucede cuando el gobierno en turno pide prestado, derrocha y se va, y a nosotros nos dejan la cuenta. Tras la “abundancia” de 1977 a 1980, sobrevino la crisis económica que fue “enfrentada” con la privatización de casi todas las empresas públicas, pero sólo aumentó la pobreza y la violencia.
Tras el despilfarro de recursos públicos, que absorbieron los banqueros privados en el primer sexenio de Salinas (1988-1994), se desató la crisis de 1994-95, que dio origen al Fobaproa, cuya deuda original de 600 mil millones de pesos permanece intacta, mientras desde 1998 pagamos los intereses de los intereses, tirando a la basura una riqueza que debería destinarse a la salud, la educación, el desarrollo científico y la reactivación del campo.
Ahora bien, frente a la crisis económica mundial, que por decir algo mantiene en vilo a la Unión Europea, donde todos los esfuerzos que se hacen son insuficientes para rescatar a los países del grupo Pegi (Portugal, España, Grecia e Italia), ¿de dónde saldrá el dinero para financiar la Disneylandia de Peña Nieto?
¿Es verdad que el gasto público está congelado y el dinero no fluye porque lo están reservando para la fiesta que tienen planeada en cuanto privaticen Pemex? No. El gasto público está congelado porque, en realidad, el Presupuesto de Egresos de 2013 ha sido absorbido por el Banco de México para evitar una brutal devaluación del peso, que de todos modos sigue y sigue cayendo frente al dólar: el cambio estuvo anteayer a 13.67.
Así que, en resumidas cuentas, si persiste la recesión, nos suben los impuestos y regalan a Estados Unidos y Europa una parte de las ganancias de Pemex, el gobierno será incapaz de resistir los efectos económicos y las consecuencias políticas de sus errores y abusos.
No me molestaría en absoluto si mañana, desde el Zócalo, AMLO propusiera una resistencia de brazos caídos y dijera: el proyecto de Peña Nieto es la ruta más corta al caos y no podemos evitarlo. México sólo empezará a cambiar cuando llegue al fondo del fondo. No nos desgastemos tratando de salvar a quienes nos odian porque aman a sus amos. Hagámonos a un lado para que el tiempo histórico transcurra más rápido. Nadie está obligado a lo imposible.
Por: Jaime Avilés (@Desfiladero132)
Tomado de Proyecto Diez
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