El secretario de Hacienda, Luis Videgaray, derecha. Foto: Red |
El gobierno federal pretende impulsar una reforma hacendaria como parte del paquete de acciones contenidas en el Pacto por México.
Aunque aún no se conoce a detalle la propuesta que se presentará en septiembre ante el Congreso de la Unión, el secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray, ha adelantado algunos puntos: la ampliación de la base de contribuyentes, una mayor eficiencia en la recaudación de impuestos como el predial, la generalización del Impuesto al Valor Agregado (IVA) –que podría incluir a alimentos y medicinas–, acabar con privilegios fiscales para las grandes empresas y el fin de algunos subsidios para los sectores agrario y energético.
Para el académico de la Universidad de Guadalajara (UdeG), Carlos Alberto Sáinz Dávila, –quien cuenta con posgrados en temas tributarios y cursa el doctorado en Estudios Fiscales–, no todas las pretensiones de la iniciativa son susceptibles de concretarse y es posible que surja la oposición de algunos sectores empresariales; pero, en todo caso, para garantizar su éxito, la futura reforma hacendaria tiene que ir acompañada del respeto a los derechos humanos de los contribuyentes y de mecanismos efectivos de transparencia.
“La reforma fiscal debe ir orientada a nivelar las cargas tributarias y que eso genere mayor competitividad”, asegura.
-Eliminación de privilegios
Según los adelantos brindados por Videgaray, se plantean hacer modificaciones al régimen de consolidación fiscal –utilizado por las grandes empresas para aminorar sus cargas tributarias– con el fin de que pague más quien más recibe. Algo que para el académico, resulta difícil de materializar.
“En términos de una justa redistribución de la riqueza es factible y es deseable, porque con este régimen lo que consiguen las grandes empresas es diferir el pago del impuesto hasta por 10 años, pero cuando ya llega el término de esos 10 años muchas de las veces se adquieren empresas que traen pérdidas fiscales y se van prolongando hasta que terminan sin pagar. ¿Realmente es posible? Es complicado porque estamos hablando de las 300 empresas más poderosas del país, y en un escenario de dominio del poder económico en este país, si llega a suceder, es porque algo habrá detrás, es decir, habrá una compensación en algún otro esquema”, asevera.
No obstante, acota, “es la obligación del Estado generar los medios para que las empresas se desenvuelvan en un ámbito económico equitativo” y medidas de esta clase podrían beneficiar a las medianas y pequeñas empresas.
Ante esto, diversas cámaras empresariales ya se han pronunciado en contra de la medida y auguran una salida masiva de inversiones transnacionales, algo que Sáinz Dávila cree poco probable.
“Si (el gobierno federal) decide eliminar ese régimen ya tendrá previsto y calculado el tema de la inversión y su estructura en el país, de tal suerte que si bien pudiera tener una baja, no será tampoco tan radical”, considera.
-IVA
Una eventual “generalización” del IVA implicaría desaparecer la tasa especial que se aplica en regiones fronterizas y el gravar con este impuesto a alimentos y medicinas, con el fin de lograr un aumento de tres puntos porcentuales en el Producto Interno Bruto (PIB), aunque opositores al proyecto afirman que no se alcanzaría ni un incremento del uno por ciento. En cualquier caso, es una medida impopular entre la población pero que paradójicamente, a decir de Sáinz Dávila, no afectaría a los sectores más vulnerables.
“Al sector de la población de mayor carencia, que está en la pobreza extrema, no les alcanza para comprar medicinas, entonces el hecho de que cuesten más o menos no les impacta. En el tema de alimentos, tenemos un problema de pobreza alimentaria en el que una parte de estas personas están atendidas por programas sociales ¿Dónde va a repercutir? En que seguramente se tenga que incrementar el presupuesto de ciertos programas que van destinados a la alimentación para poder cubrir ese diferencial”, explica.
¿A quién sí le pega? A los contribuyentes de la clase media.
“Una de las cosas que tiene que cuidar mucho el gobierno federal es que su reforma no implique un impacto grave o directo a las personas en su economía. Particularmente en la inflación y en que los impuestos no inhiban la actividad económica del sector privado”, explica.
De todas formas, afirma, “siempre quedará expedito el derecho de las personas de inconformarse por la reforma”.
-Las carencias
Sobre las carencias de la próxima reforma federal, menciona que aunque no se ha presentado y sólo se conoce lo ventilado por Hacienda, se pueden encontrar algunas situaciones “tomando la experiencia de reformas anteriores” que no han ido al fondo de la situación y sólo realizan “un reacomodo” de las tasas y los valores en los impuestos.
“Si tomamos el patrón de cómo se ha venido dando esa situación en las últimas dos o tres administraciones, realmente no hay una reforma que atienda un cambio en el sistema tributario en general”, dice Sáinz Dávila, y mientras no se atienda esto “van a seguir siendo parches y si esos parches solamente significa subir impuestos creo que puede ser peligroso”.
Otra de las debilidades que puede tener la reforma es la posibilidad de dotar de demasiadas facultades recaudatorias a los municipios y estados –en particular en lo referente al impuesto predial– , ya que posiblemente no haya una preparación suficiente “para efectos de poder sacarle provecho a esas facultades”.
Además, considera, los derechos humanos de los contribuyentes son algo que no puede quedar de largo.
“Hay un marco legal, constitucional y hay tratados internacionales que protegen los derechos económicos (…) La reforma, venga como venga, no quiere decir de antemano que sea constitucional y que respete los derechos humanos (…) El punto más importante es armonizar las leyes tributarios con los derechos humanos y constitucionales de los contribuyentes”, afirma.
-La medida del éxito
La oposición legal que se presente ante la reforma será el verdadero termómetro de cómo será recibida por la sociedad y el ámbito empresarial, y con base en eso se podrá vislumbrar su éxito o fracaso.
“¿Cuál va a ser el reflejo inequívoco de si una sociedad empresarial está conforme o no con esa reforma? Lo vamos a ver cuando entre en vigor con el número de amparos que se presenten (…) Necesariamente, para augurarle un éxito a esta reforma fiscal tendrá que ir emparejada con un combate a la corrupción eficaz y de reglas de transparencia más efectivas y palpables para el ciudadano de a pie”, concluye.
Por Darío Pereyra
La Jornada Jalisco
Lunes 17 de junio de 2013
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