Dr. Vicente Maltez Montiel |
Hace cien años el psiquiatra Eugenio Bleuler introdujo el término autismo, equivalente a decir “uno mismo”. Los primeros estudios datan de 1943 por los médicos Kaner, norteamericano, y el austríaco Asperger.
El autismo es un conjunto de trastornos caracterizado por graves déficits del desarrollo, permanentes y profundos, modernamente se prefiere el término Trastorno del Espectro Autista (TEA). La capacidad de comunicarse y por tanto tener reciprocidad emocional, socializar, desarrollar imaginación y planificar, se encuentra afectada. Es común que se adopten conductas repetidas que no son habituales.
Resultan afectados por autismo 60 casos por cada diez mil niños y no está definido el origen de la enfermedad, a la cual Naciones Unidas dedica todos los días 2 de abril con el propósito de promover mayor comprensión hacía este padecimiento, del cual se dice padecieron Isaac Newton y Albert Einstein.
No sabemos el origen y el nivel de la comprensión del mecanismo de la enfermedad, pero se cree que está producido porque una anomalía de las conexiones de las neuronas del cerebro.
Otros enfoques apuntan a una teoría multifactorial: se nace con disposición o herencia y factores ambientales diversos y simultáneos precipitan la enfermedad, que ya puede ser detectada a los cuatro meses de edad cuando se presentan alteraciones del lenguaje.
El lenguaje del bebé se queda estancado y no hay “enchufe” o reciprocidad con quien les habla, generalmente sus padres. No hay comunicación intencionada que se manifiesta por miradas, el señalar o abrir los brazos pidiendo ser abrazado.
Diagnóstico del autismo
Un instrumento habitual para el diagnóstico de las enfermedades mentales es “el manual de diagnóstico” más conocido como DSM, cuya IV versión continuará vigente hasta mayo del presente año, cuando se emitirá la versión V cuya revisión se realiza por la Asociación Americana de Psiquiatría, después de veinte años de utilidad.
En la próxima edición o DSM V se unificarán una serie de conceptos respecto a este tema, por ejemplo, el síndrome de Asperger se incluye dentro de lo que se llamará en lo sucesivo “el espectro autista”. Mientras tanto, las orientaciones del DSM IV continuarán aplicándose.
El Manual de Diagnóstico de las Enfermedades Mentales (DSM-IV), ha establecido tres grandes grupos de síntomas y cuántos de estos son necesarios para identificar un caso de autismo.
Para los trastornos cualitativos de la relación: no tiene comunicación extra verbal, no se relaciona, hay ausencia de conductas espontáneas en búsqueda de placeres o intereses y falta de reciprocidad social o emocional, con dos (2) síntomas.
En cuanto a la comunicación, los trastornos cualitativos suelen presentarse como retraso del lenguaje oral, dificultad para establecer y mantener conversaciones, falta de ficción y un lenguaje en el cual se usan estereotipos o lenguaje especial. Un solo síntoma de este grupo basta para el diagnóstico.
En el tercer grupo se reúnen patrones de conductas tales como el tener una preocupación excesiva por “algo” o por objetos, estrictas e inflexibles rutinas y estereotipias motoras repetidas. Uno solo de estos síntomas en un niño o niña debe hacernos pensar en autismo.
Mientras más pronto se haga el diagnóstico se puede garantizar intervención temprana que detenga o modifique el efecto devastador y desintegrador de la personalidad de los o las afectadas. No hay un tratamiento definido ni curativo.
La incomprensión hacía el autismo ha generado discriminación y falta de apoyo a millones de pacientes, en un mundo como el nuestro en que se detectan más de 450 millones de personas con trastornos mentales.
El trabajo de Dustin Hoffman en la película “Rain Man” es una contribución valiosa a sensibilizarnos a favor de todas las personas que sufren, y entre ellas, las y los autistas.
Por Dr. Vicente Maltez Montiel (*)
elcronistadigital.com
(*)Especialista en Medicina Interna y Comunicador Social. Autor del libro “Larga vida y prosperidad, consejos de salud”.
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