Quisiera ilustrar, a través de mi experiencia como docente, el porqué de los pésimos resultados del sistema educativo y aclaro que mis condiciones de trabajo son buenas, comparadas con las de miles de compañeros.
Tengo una maestría en Ciencias Sociales, inscrita en padrón de excelencia del Conacyt y soy licenciada en Educación Media en Ciencias Sociales. Ingresé al sistema educativo público en 2004 tras ganar el primer lugar en secundarias en un Concurso estatal de plazas en el 2003, resultado que desconoció el entonces secretario de Educación Jalisco (SEJ), Guillermo Martínez Mora, por ser yo egresada del semiescolarizado de la Escuela Normal Superior de Jalisco.
Tras denunciar e insistir, el profesor José Guadalupe Madera, del SNTE, me consiguió 3 horas. Durante cuatro años vi a amigos de dirigentes sindicales y funcionarios de la SEJ recibir más horas, pero para mí nunca hubo. En el 2008 participé en el Primer Concurso Nacional de Plazas y obtuve el primer lugar estatal en Historia y el tercero a nivel nacional.
Gané 12 horas en una secundaria, ni un estímulo, ni un reconocimiento extra. En el 2009 volví a participar en el concurso, también con buenos resultados, pero tuve que esperar nueve meses y ocho convocatorias para recibir 12 horas “juntas” en otra secundaria. Fui afortunada, porque la SEJ generalmente oferta las 12 horas en tres o cuatro escuelas distintas. Hoy trabajo en dos escuelas en Zapopan en zonas pobres. Tengo 35 horas semanales, gano 80 pesos por hora, más algunas prestaciones (que no cuentan para la jubilación o fondo de retiro); tengo nueve grupos de 43 alumnos en promedio cada uno, imparto cinco materias, aunque podrían ser sólo dos, pero los directivos así lo quieren (protestar tiene sus consecuencias). Escribo una planeación semanal para cada materia, cada bimestre califico como 300 exámenes, reviso la misma cantidad de cuadernos y otros varios rasgos por alumno (todo esto es trabajo hecho en casa, sin pago extra), y además, imparto mis clases. Casi todo el día corro de una escuela a otra, porque la SEJ no pudo darme una plaza completa, a pesar de mis buenos resultados en el examen y de que plazas para los amigos sí tienen. Mi esposo se ha convertido en padre y madre de mi hija de seis años porque yo pocas veces estoy libre para atenderla.
Paradójicamente, escucho a mis alumnos (sin contar las citas a padres) con sus problemas: violencia intrafamiliar, embarazos, familias separadas, intentos de suicidio, soledad, abandono y mucha pobreza. ¿Y me dicen que soy responsable del fracaso educativo y que me van a despedir si mis pobres alumnos no salen bien en ENLACE? Yo digo: ¡qué desvergüenza y cinismo de un gobierno, que junto con el sindicato desvirtuó el sistema educativo con sus aviadores y recomendados, con sus pésimos programas y cero interés por estimular la calidad! Y lo peor es que la reforma educativa no es para terminar con estos males, sólo para incrementarlos y hacer un negocio de la educación.
Silvia Elizabeth Arévalo
Tomado de La Jornada Jalisco
Abril 10 de 2013
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