La tragedia de una mujer que murió quemada en un pueblo de Papúa Nueva Guinea vino a recordar este jueves que ese oscuro y misterioso fenómeno sociocultural conocido como “brujería” no cerró en la Edad Media, sino que sigue vigente en muchos puntos del planeta.
La mujer, de 22 años, fue acusada de matar al hijo de una vecina con prácticas hechiceras en el pueblo de Mount Hagen. En represalia, al parecer fue torturada con un instrumento de hierro y amarrada antes de ser rociada y quemada con gasolina por familiares del joven y otros habitantes de la localidad.
Casos como éste, que comienzan con una acusación de brujería y terminan con un trágico desenlace, son una realidad que se repite en muchas sociedades del mundo hoy en día.
A pesar de que en cierta medida lo que se sabe sobre la brujería está basado en la especulación, varios estudios han señalado que la llamada religión de la magia actualmente tiene miles de adeptos alrededor del mundo, incluida América Latina.
Hace ya medio siglo que el médico Serge Raynaud, creador de la Gran Fraternidad Universal con sede en Caracas, se convirtió en el primero, y casi el único, que lo ha puesto en cifras: entonces dijo que había al menos 200 millones de brujos modernos, fetichistas y brujos de tribu de sectas en la Tierra.
Hoy tratar de establecer el número de quienes practican, o sólo creen en brujería, es un asunto tan elusivo como misterioso es su práctica.
De la santería…
La brujería se da en diferentes grados y “formatos”. Mientras hay una versión quizá simple, ésa que practica una santera en una plaza de mercado, también hay otras de profundas consecuencias, como la que se vio este jueves en el país oceánico de Papúa Nueva Guinea.
La brujería contemporánea se suele homologar a la Wicca, una religión noepagana predominante con incidencia en Occidente. No obstante, no son necesariamente lo mismo.
En agosto pasado generó gran controversia la salida a la luz pública de un grupo de brujas y brujos británicos que decían sufrir de discriminación y rechazo social.
Myrdinn, el jefe del aquelarre en el condado inglés de Lancashire, le dijo a la BBC en ese momento: “No hacemos nada siniestro como adorar al diablo y no llevamos a cabo sacrificios animales o humanos”.
“Honramos, y damos gracias a la naturaleza. Celebramos las estaciones. No se trata de sangre. En primavera, celebramos la vida y el renacimiento y después en el invierno, la decadencia y la muerte para darle paso a nueva vida”, señaló.
Cuando se habla de la brujería en México muchos la catalogan de ser un “negocio lucrativo” más que un fenómeno ancestral.
En el Mercado de Sonora, en Ciudad de México, se suelen ver brujos y hechiceros que dicen vender por cifras que superan los US$100 diferentes prácticas para “mejorar su suerte”.
No existen cifras oficiales, pero -según reporta la cadena Univisión- en el Mercado hay 404 puestos que se dedican a la santería.
El antropólogo de religiones y presidente de la Asociación Latinoamericana para el Estudio de las Religiones (ALER) Elio Masferrer Kan le dijo al portal Quo que por cada 3.500 personas podría haber hasta 100 brujas y brujos.
“En México y en América Latina hay millones y millones de brujas y brujos, porque la magia no es exclusiva de un género y está tomando mucha fuerza; de hecho, hay distintas corrientes y niveles. Es común que cada clase social tenga sus propias brujas”, declaró.
…a la tragedia humana
Mientras algunas interpretaciones contemporáneas de la brujería se reducen a cultos y prácticas triviales, otras implican complicadas realidades sociales.
Por ejemplo, la organización para la infancia de las Naciones Unidas (UNICEF, por sus siglas en inglés) reportó en 2010 que un número cada vez mayor de niños en África occidental y central están siendo acusados de practicar la brujería.
La agencia de la ONU dice que esas acusaciones a menudo conducen al abuso físico y el abandono de los niños.
En África -un continente que con dificultad se puede generalizar- hay gente que consulta brujos con regularidad para curar enfermedades o encontrar pareja.
Sin embargo, en el continente africano con frecuencia se encuentran cuerpos mutilados cuyos órganos se remueven para el uso de prácticas mágicas.
En el norte Ghana hay un campamento de refugiados donde viven al menos 1.000 mujeres que son acusadas de brujería.
En un reciente reportaje de la BBC -en el que se habló con ellas y se visitó el lugar- se constató que las mujeres sufrían de estigmatización social y eran forzadas a pagarle tributos al hombre que maneja el campamento.
Las acusaciones de brujería que terminan en trágicas muertes, como la que ocurrió el jueves en Papúa Nueva Guinea, son un problema de varias sociedades del mundo, cada una con sus matices particulares.
En septiembre del año pasado una colombiana señalada de ser bruja en un pueblo de Antioquia fue quemada hasta la muerte.
La brujería, sin duda, traspasa fronteras y generaciones. Sus consecuencias también.
La brujería en Papúa Nueva Guinea
En algunas partes de ese país isleño se suelen reportar muertes misteriosas por enfermedades de las que se culpan a brujos sospechosos. Varios informes en los últimos años han surgido acusando a personas, generalmente mujeres, de matar por medio de brujería.
En 2009, tras una serie de asesinatos, el presidente de la corte Constitucional de Papúa Nueva Guinea dijo que los defensores estaban utilizando las acusaciones de brujería como una excusa para justificar asesinatos, y pidió una legislación más estricta para abordar el problema.
El obispo cristiano local, David Piso, le dijo al diario National que los asesinatos por brujería son un problema cada vez mayor, e instó al gobierno “a que proponga una ley que detenga esa práctica”.
La embajada de EE.UU. en la capital, Port Moresby, condenó el suceso como un “asesinato brutal” que es evidencia de “omnipresente violencia de género” en Papua Nueva Guinea.
Fuente: BBCMundo
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