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Por fin se va Emilio González Márquez. Pero como en política nadie está completamente “muerto” o liquidado, aún no sabemos a dónde ni por cuánto tiempo se va.
Mientras tanto deja la cabalgadura, la misma cabalgadura, esa misma estructura de gobierno viciada, errática y enferma de corrupción a otro jinete.
Emilio González Márquez deja el cargo con un profundo rechazo ciudadano. Pero se va completamente convencido de que los calificativos que le endilgaron en su gestión eran del todo ciertos: “dadivoso”, “generoso”. Por eso no buscó desmentir a nadie. Al contrario, reforzó cotidianamente esos conceptos con dinero público.
Recordemos que González Márquez apoyó “generosamente” la producción de telenovelas. Sin embargo, el nuevo jinete parece que será primerísimo actor en las mismas producciones, incluso con guiones personales. Y sin duda el nuevo jinete buscará la forma de ser generoso también en la producción de más y mejores telenovelas.
González Márquez recrudeció la política antisocial que ya venía desde Francisco Javier Ramírez Acuña, de no ver ni oír a la sociedad en sus reclamos. Línea que fue aderezada con singular soberbia y prepotencia. Esto lo vimos en notables casos que hoy son emblemáticos: la muerte del niño Miguel Ángel López Rocha en el río Santiago, ya que no hubo preocupación en encontrar responsables ni de atender la salud pública en torno al cauce del río; la construcción de la presa El Zapotillo, donde se ignoró toda molestia y coraje de los desplazados; la edificación fraudulenta de la Villa Panamericana y la represión contra opositores al Macrobús, por citar algunos ejemplos.
Corcel deforme
De manera que el divorcio entre el gobierno y la ciudadanía fue continuo y crudo.
Por desgracia, el nuevo jinete cree que ese rechazo a Emilio González Márquez se convierte automáticamente en una avasalladora aceptación y legitimidad para tomar las riendas del brioso pero deforme corcel gubernamental.
Muy pronto veremos cómo se relaciona el nuevo jinete con la sociedad civil y con las primeras manifestaciones opositoras. De momento recordemos que el entonces presidente municipal de Guadalajara ordenó el desalojo violento de indígenas artesanos que protestaban por su reubicación. Y cómo hace unos días ordenó la compra masiva de un medio que lo cuestionaba; lo que convirtió el hecho en un risible autodecomiso para intentar limitar la libre expresión y el derecho a estar informado.
¿Acaso durante la administración municipal de Aristóteles Sandoval hubo un feroz combate a la corrupción y al saqueo que se dio en las administraciones panistas? ¿Acaso alguien está en la cárcel por los pagos a sobreprecio de fincas en el parque Morelos? ¿No estuvo acompañado del cardenal Juan Sandoval Íñiguez “bendiciendo” tanto la repavimentación de calles como la inauguración de casinos? ¿No es el mismo tipo de endeudamiento el que dejó en quiebra técnica las arcas municipales que las del gobierno del estado, basadas sólo en la realización de obras de relumbrón?
Para responder a las nuevas demandas democráticas y exigencias de una fuerte competitividad internacional con una visión social y con un estado de bienestar fortalecido se requería en Jalisco un cambio de cabalgadura. Pero no sucedió así, las posturas de derecha, neoliberales y autoritarias revelaron que están más fuertes que nunca.
En este contexto, el nuevo jinete, asumiendo modestas pero efectivas ciertas poses actorales se propuso realizar una calca de lo que el gobierno federal ya inició para atender el problema de la seguridad pública: la del mando único y la hiper concentración de funciones. Pero pensando de la misma y errónea manera: que todo este problema es de coordinación y de elaboración de leyes y no de impunidad y de cumplimiento de leyes.
Así, la reforma a la administración del Poder Ejecutivo en Jalisco acordada ya por los diputados de Jalisco para hacer más funcional la cabalgadura al nuevo jinete resulta ser de forma pero no de fondo.
Nada nuevo
Por ejemplo, no se ve por ningún lado un nuevo enfoque criminológico, ni un diagnóstico del fenómeno criminal. No se ve por ningún lado un nuevo ministerio público. No se ve ninguna forma de combatir la impunidad, y no se ve por ningún lado un enfoque ciudadano que resulta de una correcta articulación y participación de los otros poderes públicos.
Solamente se ve el supuesto efecto disuasivo que puede el tener miedo y temor a una excesiva concentración de poder. Pero eso, al igual que el aumento de penas, no ofrece resultados.
Por el contrario, vemos ahí la misma visión de “mano dura” que la derecha ha intentado históricamente para establecer el “orden social”, con la incorporación de connotados “especialistas” en el equipo del nuevo jinete, como la del ex procurador Raúl Octavio Solís Gómez, quien seguramente insistirá en refundar la policía secreta, esa ingrata corporación que tanto sirvió a los regímenes priístas.
Como vemos, se mantiene incólume el mismo tipo de estructura autoritaria y cerrada de gestión de gobierno.
Es urgente introducir fórmulas más accesibles de control ciudadano como la revocación de mandato, el referéndum, la iniciativa popular y el plebiscito para acotar un poder que cree que sólo con el cambio de jinete se darán los cambios que requiere la sociedad.
El jinete que ahora viene no parece ver que el diseño de una efectiva estructura de gobierno resulta del mandato popular. Y un jinete y una cabalgadura así nada más nos llevará al despeñadero.
Por Jaime Hernández Ortiz
La Jornada Jalisco
26 de febrero de 2013
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