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Resulta interesante meditar en el hecho de que cada día, a cada instante y en todos los instantes de nuestra cotidianidad, impactamos en los demás, positiva o negativamente. Es la forma como influimos. Lo que marca la diferencia es el tipo de influencia que generamos. El cómo y de qué manera, que son dos aspectos muy importantes. Cuando miramos detenidamente el cómo, es necesario tener en cuenta que ejercemos influencia cuando nos convertimos en agentes de cambio en los espacios en los que interactuamos con otras personas: la familia, la sociedad y cualquier espacio en el que nos desenvolvamos. Podemos dejar que todo siga igual o formar parte activa de la búsqueda de soluciones, siendo los primeros que nos comprometemos para que se produzcan los cambios.
El segundo elemento es de qué manera influimos en los demás. En ese proceso es importante: primero, que respetemos las opiniones ajenas –así no las compartamos--; segundo, que aprendamos a escuchar antes que intervenir interrumpiendo al interlocutor; tercero, reconociendo que nuestras propuestas de transformación tienen mayor impacto cuando somos los primeros en asumir responsabilidad. Hechos más que palabras. El grado de influencia en nosotros lo define la forma como asumimos tal estímulo. Si nuestra perspectiva es positiva, nos sobrepondremos a las dificultades, pero si por el contrario hay pesimismo o amargura en nuestro corazón, asumiremos como catastrófica cualquier situación que enfrentemos. La influencia, en tales casos, será altamente negativa. No podemos saber a ciencia cierta si cada cambio que realizamos nos llevará a un buen destino o uno malo, pero es mejor que realicemos cambios pequeños y positivos en nuestras vidas y no cambios negativos.
Así aplicamos a estos principios cualquier cambio que queramos hacer en la vida misma o nuestra sociedad, los sueños de alcanzar un país más igualitario para las mexicanas y los mexicanos, no es el sueño imposible de Don Quijote, requiere práctica, disciplina y mucho amor por uno mismo, un amor que se externa en los demás, que nos lleva a hacer cosas extraordinarias, pero para hacerlo tenemos que creer que podemos ser extraordinarios, a pesar de todo sigo viendo México como un vaso medio lleno y no medio vacío, hay mucha gente luchando, mucha gente siendo agente de cambio.
Actualmente paso por un problema familiar que es grave, más sin embargo de cada adversidad podemos rescatar alguna oportunidad, la diferencia tal vez resida en enterrar los rencores diarios en cada puesta de sol. Todos sufrimos, todos tenemos problemas, a veces las soluciones no son inmediatas, pero para creer en esa gran palabra ESPERANZA, hay que sentirla cada día, practicarla, hasta que es de lo más natural sentirla.
Influir es transmitir entre quienes nos rodean, pautas de vida que se constituyen en ejemplo, y la mejor manera es dar lo que queremos recibir. Hoy más que nunca las palabras de José Martí cobran vida “ Amor con amor se paga”. No podemos realizar pequeñas variaciones en el pasado para mejorar nuestro presente, pero si podemos realizar pequeñas variaciones en nuestro presente para mejorar nuestro futuro.
Si hacemos cambios pequeños y positivos en nuestra vida hoy, estos traerán toda una serie de eventos y circunstancias diferentes, de la misma forma que una pequeña bola de nieve puede terminar haciéndose grande con el paso del tiempo, igualmente un pequeño cambio en su vida puede ser el preludio para cambios mucho más significativos para la misma. Luego entonces México tiene esperanza, porque todos nosotros somos él.
Por Eva-María Schuster
Twitter @laahimsa
sábado, 24 de noviembre de 2012
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