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lunes, 8 de octubre de 2012

Macroeconomía en México enfrenta otros limitantes internos del crecimiento





Parecería ser que la macroeconomía está bien en México, en lo que concierne a las condiciones necesarias para el crecimiento y, sin embargo hemos registrado tres décadas de un ritmo de actividad económica históricamente lento, con alto desempleo y subempleo, en comparación con el dinamismo de 6% anual del medio siglo exitoso anterior. ¿Qué nos ha pasado?

La visión neoliberal de pensamiento nos diagnostica y receta soluciones relacionadas con la necesidad de sacar al Estado de la economía y ampliar el campo de acción para dejar actuar a "El Mercado", liberalizando la economía después de haberla sanado de los errores de política que nos llevaron a la "década perdida" de los 70's. Pero ya pasaron tres décadas de medicinas neoliberales y no obstante ello, el resultado ha sido el 2.2% anual de crecimiento promedio.


Sus recetas chocan con las de las escuelas de pensamiento económico que orientaron las decisiones durante el medio siglo exitoso de la historia de México; y el resultado ha sido un nudo político y el consecuente choque de fuerzas que ha impedido la toma de decisiones fundamentales.

Por ejemplo, hay serios problemas de abasto de insumos para que el país crezca; entre ellos, financiamientos para la producción. Pero la banca comercial prefiere financiar a los gobiernos estatales, municipales y federal, que le ofrecen garantías de dineros presupuestales y le quedan pocas ganas de financiar a las empresas, en los diversos sectores de la producción. También prefiere la facilidad de conceder crédito al consumo, vía tarjetas de crédito.

Por otra parte, el campo mexicano casi no recibe financiamiento, como antes, y no ha podido proveer los alimentos que ahora tenemos que importar, precisamente en momentos de crisis agrícola y de los altos precios de los granos de los países productores. Son momentos en los que extrañamos la presencia fuerte de la banca de desarrollo en ese sector, porque la banca comercial no arriesga y les presta poco.

También apreciamos muchos problemas en los insumos del campo de los energéticos. Por ejemplo, nos faltan refinerías porque exportamos crudo e importamos mucho en la forma de gasolinas y gas, un insumo, este último, que en el futuro promete ser abundante, pero que hoy no alcanza para satisfacer las necesidades de la planta productiva nacional, especialmente cuando se canaliza mucho de ese escaso gas para la generación de electricidad en las plantas combinadas generadoras de energía eléctrica.

Y el secretario federal de energía les recomienda a los industriales que no consuman tanto gas; la misma recomendación que el secretario de economía hizo cuando el huevo escaseó en nuestro país y el precio de éste relevante producto en la dieta de los mexicanos, subió fuertemente por lo que tuvieron que abrir la frontera para importarlo y garantizar el abasto.

Luego también está el efecto distorsionador de subsidiar el consumo de gasolinas, una política que favorece a los consumidores de altos ingresos, cuando el problema de México más grave es la insuficiencia de recursos presupuestales para atender la pobreza que crece y se expande en todo el territorio nacional.

Y AHORA, la amenaza que cierne sobre todos los países, es que se proyecta que debemos prepararnos para una década más de lentos crecimientos por las crisis que enfrentan los europeos, EE. UU., Japón y otros asiáticos, incluyendo la desaceleración de las economías de China y la India.

Es ahora urgente que volvamos a identificar y programar bien nuestras metas, en el Plan Nacional de Desarrollo, para hacer posible un ritmo de crecimiento del producto interno bruto (PIB) del orden de 6% anual.

Por Jesús Alberto Cano Vélez *

*Presidente del Colegio Nacional de Economistas, Federación de Colegios de Economistas, A. C.

@acanovelez

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