(Decreto Utópico desde la Moral Revolucionaria*)
“La moral tiene un campo propio; la moral implica la aceptación de unas normas y el cumplimiento de ellas a través de, diríamos, un acto libre, consciente y voluntario del sujeto” “La moral Revolucionaria como diría Lenin, sirve para la Revolución”
Adolfo Sánchez Vázquez.
Al declarar a Peña Nieto Presidente Electo a pesar de todas las pruebas presentadas que demuestran coacción y compra del voto y el ominoso rebase de gastos de campaña, sin que el TRIFE diera seguimiento serio y certidumbre respecto a su imparcialidad; México ha profundizado en la crisis de credibilidad a las instituciones y lo que se ha apoderado de la población es el miedo pues todo indica que habrá continuidad en las políticas de combate al crimen sumamente costosa en términos humanitarios y paradójicamente criminal y la económica que ha arrojado los mayores índices de desempleo en los últimos treinta años y nos ha entregado imágenes cada vez más dramáticas de mujeres e infantes literalmente muriendo de hambre.
No debe extrañarnos que luego de tres décadas de neoliberalismo, las cifras sean cada vez peor, lo mismo sucede ahora mismo en todos los países que no han roto con este sistema antihumanitario y es que en realidad el neoliberalismo es el fracaso de la modernidad.
Frente a este panorama, el bloque de las fuerzas progresistas tiene un escenario complejo. Aunque el frente amplio de las izquierdas se consolidó como segunda fuerza nacional y que pareciera que la precampaña arrojó un gran acuerdo de unidad y supuestamente una ruta a mediano plazo entre sus dos principales figuras, Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard, las rencillas y diferencias internas han logrado profundizar su crisis en la poscampaña. Incluso, la decisión de AMLO de institucionalizar a MORENA ya no como AC sino como Partido Político, lejos de ser una oportunidad para consolidar las identidades de las distintas expresiones de las izquierdas electorales y en pleno reconocimiento de sus diferencias construir en la pluralidad y sobre todo avanzar en las coincidencias, se está tomando como una afrenta de un lado y como un proceso de depuración casi racial del otro, no se ha hecho esperar el fuego cruzado para determinar cuál es la mejor alternativa.
Como respuesta al llamado de Andrés Manuel a conformar un nuevo partido, el Partido de la Revolución Democrática decidió iniciar un proceso de debate y reflexión para redefinir sus principios, política de alianzas, programa y estrategia electoral, por lo que el pasado 5 de octubre convocaron a un Congreso Nacional que se efectuará los próximos 14 y 15 de diciembre. No obstante hay una serie de cuestiones que pintan para que en dicho Congreso los cambios que se den sean cosméticos únicamente; por ejemplo, el modelo de partido que proponen ahora es el de Partido Frente que no sería otra cosa más que reconocer la existencia (ya reconocida en sus estatutos), de las corrientes internas y buscar un mecanismo diferente – pero no tanto – para dirimir sus diferencias y llegar a acuerdos entre sí.
Otro elemento importante es que en sus debates ni una sola corriente, ni un solo dirigente, ha puesto en la mesa la posibilidad de radicalizar su reglamento para impedir que en procesos internos o constitucionales arriben al poder quienes lo hacen a través del clientelismo y las despensas, mecanismo antidemocrático y sumamente indignante a través del cual hoy Peña se alza con la supuesta victoria, pero que los partidos de izquierda validan de facto al ser práctica común dentro de sus propias filas. Al no incluir este tema se ignora el debate de los “cómos” para arribar al poder, ya ni hablar de la posibilidad de que construyan una política de masas que rompa no solo con los clientelismos sino con la lógica caudillista producto de una cultura política heredada del priísmo que en realidad jamás ha abandonado el poder. Las izquierdas no pueden transigir con la corrupción, esa es una de las grandes diferenciaciones que debería ayudar a la ciudadanía a optar entre la izquierda y la derecha.
En la discusión del pasado 5 de octubre llamó poderosamente mi atención la simulación del debate perredista, pues los oradores que arribaban a la tribuna a exponer un punto eran escuchados mayoritariamente por sus propias huestes ya convencidas, es decir que el diálogo que ahí se dio no se realizó con la intención de convencer al de enfrente, suben a tribuna estos dirigentes para fijar postura y de manera simbólica hacer presencia en la discusión pero los acuerdos no se dan en estos espacios legalmente reconocidos en sus estatutos.
Mientras tanto en el Movimiento Regeneración Nacional, está en pleno proceso de reorganización a través de asambleas distritales en las que se elige a sus delegados que posteriormente instalarán una asamblea estatal donde se determinarán las dirigencias estatales que a su vez legitimarán a quienes encabecen nacionalmente los esfuerzos; sin embargo, son múltiples las denuncias de exclusión y sectarismo en la mayor parte de los estados de la República, se sabe por ejemplo que muchas de las personas que se elegirán como delegadas en las distritales, son palomeadas previamente y en mesas bilaterales (en lo oscurito vaya), por los viejos dirigentes estatales y los delegados nacionales encargados del proceso en cada estado.
A la par que los dirigentes deciden quienes tienen derecho y quienes no a participar de este ejercicio, sus bases (no todas pero sí un amplio sector), asume un discurso que raya en el fanatismo, señalando con dedo inquisidor a quienes deciden no sumarse al nuevo esfuerzo, enunciando categóricamente quienes son ciudadanía pura y quienes la broza enajenada destinada a ser rescatada por la ungida MORENA.
La asamblea nacional donde MORENA anunciará formalmente que se constituye como partido se realizará el próximo 20 de noviembre, y todo parece indicar que los vicios que en campaña reprodujimos se profundizarán en la carrera por obtener prerrogativas propias.
En el proceso de reconfiguración de las fuerzas políticas de la izquierda también juegan un papel importante pequeñas agrupaciones o bien más moderadas o bien más radicales, como el Movimiento Comunista Mexicano y colectivos afines que lejos de ir “in crescendo” se anquilosan en pírricas victorias pasadas y proyecciones en pospretérito, o el movimiento Yo Soy 132 que se ha convertido en un algo indescifrable y sin posiciones políticas claras.
Por otro lado tenemos a personalidades, que en una cultura de participación política como la nuestra, juegan un papel definitorio. Andrés Manuel totalmente concentrado en la construcción de su partido político ha abandonado (esperemos temporalmente) otras luchas y reivindicaciones, lejano como siempre a toda crítica al menos externa y con una actitud similar a cuando hace tres años decidieron conformar a MORENA y con ello concentrar todas sus baterías en la formación de una estructura electoral, que por cierto no fue cubierta en términos reales ni al 50%. Marcelo Ebrard ha marcado una estrategia claramente internacionalista, ha anunciado que al término de su cargo como Jefe de Gobierno del Distrito Federal, será funcionario de la ONU y desde hoy es ya Vicepresidente de la Internacional Socialista. Reconocido más allá de nuestras fronteras por su gestión en la Capital de la República y cuestionado por un ala importante de las izquierdas por su postura frente a la construcción de la Supervía, los lamentables (y que no se pueden repetir) hechos en el News Divine, y supuestos actos de corrupción o poca transparencia respecto a las concesiones de las nuevas líneas del metrobús. Resultará interesante si desde la nueva tribuna internacional, marca una agenda política para el país y profundiza en el contraste entre la visión progresista y la aniquilante política neoliberal del priísmo ahora en los Pinos.
Qué sano y valioso es que haya procesos reorganizativos, hoy más que nunca el país reclama los mejores esfuerzos de las izquierdas para ser opción frente a la estancada visión de la derecha mexicana, pero es menester que haya procesos de verdad transparentes, la pluralidad de las izquierdas debe reflejarse en el debate franco y de cara a la ciudadanía de las distintas posturas ideológicas y estratégicas, es momento también de que los partidos y organizaciones de izquierda se abran a la participación de la ciudadanía en vez de alejarla, el modelo democrático progresista de país debe ser copia fiel del cotidiano proceder de dichas organizaciones.
Sobre todo quienes participamos desde esta trinchera debemos buscar otras formas de convencer a la ciudadanía, es imprescindible como política de masas el reflejo de los buenos resultados de nuestros gobiernos, pero no puede ser la única manera porque seguimos sin gobernar a la mayoría de la población y a la gente más pauperizada no le basta con la promesa de que una vez llegando al poder, mejoraremos sus condiciones de vida. Es necesario y urgente fomentar procesos educativos y económicos populares, siempre de la mano de la población porque en los procesos de transformación no podemos llegar con actitud mesiánica, acá nadie salva a nadie, por el contrario la solución a nuestros problemas debe ser colectiva.
No aceptemos como naturales aquellas prácticas habituales. En este momento de crisis identitaria y programática, es tiempo de la crítica franca y abierta, es la hora de someter a cuestionamiento nuestras prácticas para retomar lo útil de la cultura política mexicana y desechar el resto.
De todo esto creo yo, depende no sólo el futuro de las izquierdas en México, sino sobre todo la posibilidad de que México salga del atolladero al que los neoliberales nos han sometido. Nuestra Nación demanda una izquierda transparente, fortalecida, que sea congruente entre su dicho y su hecho, capaz de mantener a pesar de los tiempos, la esperanza y la alegría.
Por Eder Guevara
Tomado de Revista Emet
Octubre 9 de 2012
Twitter @EderGuevaraM
* Para el Doctor Adolfo Sánchez Vázquez la Moral Revolucionaria es, la columna vertebral de la acción transformadora.
* Para el Doctor Adolfo Sánchez Vázquez la Moral Revolucionaria es, la columna vertebral de la acción transformadora.
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