Además, los hechos que publican y resaltan los medios alimentan esta visión negativa. Por ejemplo: el triunfo de los grandes caciques sindicales que se oponen a la modernización y anidan una corrupción sin límites. Los asesinatos, los asaltos, los secuestros, las imágenes sangrientas de cada día. La impunidad en 90 por ciento de los delitos, incluyendo el saqueo generalizado. El cinismo, la perversión de las instituciones, la débil respuesta de los trabajadores a la agresión de una reforma patronal, y así podríamos seguir.
Sin embargo, debajo de esta obscura costra de tiempos malos y turbulentos podemos adivinar una energía y un cambio profundo que se manifestará en los próximos tiempos. La reforma laboral se ha enredado y la perdió el PRI y el presidente electo. Es evidente que los sondeos de opinión seguramente desfavorables, que no han trascendido, obligaron a cambiar la posición de PRI y PAN, porque una reforma impopular dañaría aun más la precaria legitimidad de Enrique Peña y aceleraría el proceso de descomposición del PAN.
Como señaló Pablo González Casanova al recibir el premio Cosío Villegas, que le otorgó El Colegio de México: los pueblos originarios y los jóvenes, al hacer valer su inconformidad, abren el camino de los cambios. El duro trabajo de organización de Morena permite vislumbrar que en los congresos distritales, y ahora en los estatales, emerge una nueva organización que puede constituir una oposición verdadera. Una corriente que rompa con el proceso de derechización y que encuentre su energía y su inspiración en la nueva cultura política de México que, como una revolución silenciosa, crece cada día sin prisa y sin pausa.
Por José Agustín Ortiz Pinchetti
Tomado de La Jornada
Octubre 28 de 2012
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