Un documental sobre el trabajo del sacerdote Alejandro Solalinde en defensa de los migrantes centroamericanos a su paso por México recuerda el infierno de extorsiones, ejecuciones, secuestros masivos y masacres por el que pasan quienes quieren llegar a Estados Unidos.
“A lo largo de cinco años ha salvado a muchas personas de los traficantes de vidas que operan en las vías del tren por donde cruzan los centroamericanos en su viaje a Estados Unidos”, afirmó a Efe Alejandra Islas, directora del documental titulado “El Albergue”.
El documental, que cuenta con el apoyo de Amnistía Internacional (AI) México, además de mostrar el trabajo del director del albergue “Hermanos en el Camino”, narra las “microhistorias” del centro, donde además de refugio y alimento, los migrantes reciben “alivio espiritual”.
“Solalinde ha puesto en peligro su vida para defenderles”, agregó la directora, quien recordó que no han sido pocas las amenazas que ha recibido y las advertencias de que abandone su centro, ubicado en el municipio de Ixtepec, en Oaxaca, en el sur del país, y al que cada día acuden unos 200 indocumentados en busca de comida y refugio.
Estas coacciones llevaron al sacerdote a atender las recomendaciones de instancias nacionales e internacionales para que abandonara durante varias semanas el país en mayo pasado, cuando denunció que las amenazas no eran “solamente del crimen organizado, sino también de autoridades y policías corruptos”.
Después de convivir con el sacerdote y los migrantes del albergue durante varios periodos en los últimos tres años, Islas considera que la situación es “verdaderamente dramática”, y recuerda que se trata de una realidad que no es exclusiva de Ixtepec, sino que se extiende por decenas de ciudades y municipios del país.
“El Albergue”, estrenado en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (México), en la sección oficial de documental mexicano, y presentado este viernes por la noche en el Centro Universitario de Tlatelolco en medio de una gran expectación, se llevará al Festival de Derechos Humanos del Distrito Federal.
Islas indicó que lo más importante es que se pueda ver en el país, “en todos estos puntos por donde pasan migrantes, para sensibilizar a la población, a los mexicanos, sobre las penurias que viven y para darles voz”.
Para el director de AI México, Alberto Herrera, las circunstancias de los migrantes en el país “son críticas”, pues según cifras de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, en seis meses fueron secuestrados 11.333 en el territorio mexicano.
En declaraciones a Efe, señaló que este ha sido un asunto “históricamente ignorado”, que “nunca ocupó las primeras planas de los periódicos nacionales” y “rara vez apareció en al agenda pública del país”, algo que, sin embargo, ha cambiado en los últimos años.
Ahora “hablar de derechos humanos en el país sin tocar el tema migratorio es lanzar un discurso incompleto”, afirmó.
De acuerdo con investigaciones de AI citadas por Herrera, cuando los indocumentados apenas llevan una quinta parte del recorrido total hasta EU, “seis de cada diez mujeres ya han sufrido algún tipo de abuso sexual” en el sur del país.
“Muchas de ellas llegan a los albergues pidiendo inyecciones anticonceptivas porque están dando por hecho que van a ser violadas en su camino rumbo a Estados Unidos. Extorsiones, ejecuciones, secuestros masivos y masacres han sido la historia de la migración los últimos años”, agregó.
En su opinión, detrás de las violaciones a los derechos humanos de los migrantes está “el comportamiento sumamente negligente de las autoridades”, quienes permiten que “la impartición de justicia dé unos resultados prácticamente nulos”.
“Es una situación gravísima, porque al final la impunidad no es una cuestión política circunstancial, sino un mensaje político que se envía a la sociedad, es decir, en este país asaltar a un migrante, secuestrarlo, asesinarlo es muy barato, casi diría yo que es gratis”, denunció.
Para Herrera, Solalinde ha hecho, en gran parte, “el trabajo de las autoridades”, desde hacer registros de los abusos cometidos contra migrantes y anotar sus datos en modestas libretas de notas, hasta acudir a las casas de seguridad, donde habitualmente mantienen a los secuestrados, a rescatar personas.
“Su vida no corre peligro solamente porque le lleva comida a los migrantes, sino porque se ha metido en los entramados más oscuros y más impenetrables de la delincuencia organizada y en esos entramados es donde ha tocado intereses sumamente poderosos”, aseguró.
El documental, que cuenta con el apoyo de Amnistía Internacional (AI) México, además de mostrar el trabajo del director del albergue “Hermanos en el Camino”, narra las “microhistorias” del centro, donde además de refugio y alimento, los migrantes reciben “alivio espiritual”.
“Solalinde ha puesto en peligro su vida para defenderles”, agregó la directora, quien recordó que no han sido pocas las amenazas que ha recibido y las advertencias de que abandone su centro, ubicado en el municipio de Ixtepec, en Oaxaca, en el sur del país, y al que cada día acuden unos 200 indocumentados en busca de comida y refugio.
Estas coacciones llevaron al sacerdote a atender las recomendaciones de instancias nacionales e internacionales para que abandonara durante varias semanas el país en mayo pasado, cuando denunció que las amenazas no eran “solamente del crimen organizado, sino también de autoridades y policías corruptos”.
Después de convivir con el sacerdote y los migrantes del albergue durante varios periodos en los últimos tres años, Islas considera que la situación es “verdaderamente dramática”, y recuerda que se trata de una realidad que no es exclusiva de Ixtepec, sino que se extiende por decenas de ciudades y municipios del país.
“El Albergue”, estrenado en el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (México), en la sección oficial de documental mexicano, y presentado este viernes por la noche en el Centro Universitario de Tlatelolco en medio de una gran expectación, se llevará al Festival de Derechos Humanos del Distrito Federal.
Islas indicó que lo más importante es que se pueda ver en el país, “en todos estos puntos por donde pasan migrantes, para sensibilizar a la población, a los mexicanos, sobre las penurias que viven y para darles voz”.
Para el director de AI México, Alberto Herrera, las circunstancias de los migrantes en el país “son críticas”, pues según cifras de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, en seis meses fueron secuestrados 11.333 en el territorio mexicano.
En declaraciones a Efe, señaló que este ha sido un asunto “históricamente ignorado”, que “nunca ocupó las primeras planas de los periódicos nacionales” y “rara vez apareció en al agenda pública del país”, algo que, sin embargo, ha cambiado en los últimos años.
Ahora “hablar de derechos humanos en el país sin tocar el tema migratorio es lanzar un discurso incompleto”, afirmó.
De acuerdo con investigaciones de AI citadas por Herrera, cuando los indocumentados apenas llevan una quinta parte del recorrido total hasta EU, “seis de cada diez mujeres ya han sufrido algún tipo de abuso sexual” en el sur del país.
“Muchas de ellas llegan a los albergues pidiendo inyecciones anticonceptivas porque están dando por hecho que van a ser violadas en su camino rumbo a Estados Unidos. Extorsiones, ejecuciones, secuestros masivos y masacres han sido la historia de la migración los últimos años”, agregó.
En su opinión, detrás de las violaciones a los derechos humanos de los migrantes está “el comportamiento sumamente negligente de las autoridades”, quienes permiten que “la impartición de justicia dé unos resultados prácticamente nulos”.
“Es una situación gravísima, porque al final la impunidad no es una cuestión política circunstancial, sino un mensaje político que se envía a la sociedad, es decir, en este país asaltar a un migrante, secuestrarlo, asesinarlo es muy barato, casi diría yo que es gratis”, denunció.
Para Herrera, Solalinde ha hecho, en gran parte, “el trabajo de las autoridades”, desde hacer registros de los abusos cometidos contra migrantes y anotar sus datos en modestas libretas de notas, hasta acudir a las casas de seguridad, donde habitualmente mantienen a los secuestrados, a rescatar personas.
“Su vida no corre peligro solamente porque le lleva comida a los migrantes, sino porque se ha metido en los entramados más oscuros y más impenetrables de la delincuencia organizada y en esos entramados es donde ha tocado intereses sumamente poderosos”, aseguró.
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