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La paz y la seguridad están conectadas con la libertad de vivir sin temor, así como con la libertad de expresión, la libertad de creencias y la libertad de vivir sin miseria. Estas ideas de Franklin Roosevelt, junto con otras que coincidieron en poner en el centro la seguridad y garantía de protección que debe gozar la persona humana en su comunidad, dieron origen a la Declaración Universal de Derechos Humanos, que en su Artículo 3 dice: “Todo individuo tiene derecho a la vida, la libertad y la seguridad de su persona”.
En esta línea, resulta obvio que como sociedad debemos aspirar que no ocurra un solo homicidio o, por lo menos, a que el crimen se mantenga bajo controles institucionales que limiten su incidencia al mínimo.
Esto viene a cuento porque la nota de la semana la proporcionó el INEGI con su boletín 301/12, del pasado 20 de agosto, en el que da a conocer información preliminar, a nivel nacional y por entidad federativa, de los homicidios registrados en el país en 2011. A esta información se añade la serie histórica de la estadística definitiva de homicidios de 2005 al 2010, consistente con el Censo 2010.
En 2011, de acuerdo con esta fuente, se registraron 27 mil 199 homicidios en México, es decir; una proporción de 24 por cada 100 mil habitantes. Esto significa un crecimiento de 167 por ciento frente a 2005, cuando la tasa de homicidios, era de 9.
Los países con menores tasas de homicidios por 100 mil habitantes presentan una tasa de 1.0 o menos, como son Hong Kong (0.2), Singapur (0.3), Japón (0.4), Austria (0.6), Noruega (0.6), Italia (0.9), China (1.0), Australia (1.0) y Suecia (1.0). Aquí no sabemos lo que eso significa, al grado de que podríamos pensar que, en casos como el de Suecia, el homicidio sólo ocurre en la imaginación de Mankel y su célebre detective Kurt Wallander, porque habría más crímenes en sus novelas que los reportados para ese país por la United Nations Office on Drugs and Crime, en su informe 2012.
Pero no hablemos de los países con tasas más bajas. Estados Unidos, con todo y su nefasta National Rifle Association (Asociación Nacional del Rifle), tiene una tasa de 4.2. ¡Nosotros tenemos 24, cinco veces más, con una tendencia ascendente! Si tomamos el periodo 2005-2010 y comparamos a México con los casos de Brasil y Colombia, que marcarían el punto al que no queremos llegar, podríamos observar que en nuestro país el homicidio tiene años avanzando aceleradamente. Mientras que Colombia presenta un descenso claro en este indicador, y en Brasil aparentemente se reduce o se estabiliza, México estaría en una clara tendencia al alza que mostraría que no estamos mejorando.
Obviamente estamos mal, aunque existen casos mucho peores que el nuestro, como los de Honduras (91.6) El Salvador (69.2) o Costa de Marfil (56.9), lo cual no es consuelo. Lo importante es que también es obvio que los países con bajas tasas de homicidios no padecen una violencia extralegal como la que existe en estos últimos países y el nuestro en su medida, gracias a que tienen estado de derecho pleno, con mecanismos para disuadir el crimen y proporcionar justicia a las víctimas, así como sólidas políticas de protección a la infancia y desarrollo social.
Fuentes: Para Brasil y Colombia, Intentional homicide, count and rate per 100,000 population (1995 - 2011), United Nations Office on Drugs and Crime (UNODC), 2012. Las tasas para México y Zacatecas 2010 y 2011, INEGI. Estadísticas de mortalidad. Defunciones por homicidio, 2005-2011.
¿Qué significa el incremento en la tasa nacional de homicidios, desde los estados de la República, en particular de Zacatecas?
Para colocarnos en perspectiva hay que decir que Chihuahua registró en 2011 el mayor número de homicidios del país, con 4 mil 502 casos, alcanzando una tasa de 131 por cada 100 mil habitantes. Nada le quita el último lugar con la mayor tasa de homicidios de la República. Cinco veces sobre el promedio nacional. Sin embargo, hay que anotar que Chihuahua mejoró respecto a 2010, al registrar un descenso de -30.3 por ciento homicidios en 2011 (pasó de 188 a 131 homicidios). Este fue el mayor descenso en el indicador, luego de Baja California (-47.9 por ciento) y Baja California Sur (-33.3 por ciento).
Zacatecas, donde ocurrieron 290 homicidios en 2011, presenta la situación contraria.
En 2005 la tasa era de 5 homicidios por 100 mil habitantes, mientras que en 2011 esta proporción llega a 19, casi cuatro veces más. Esto significa que la violencia en Zacatecas, expresada en el incremento de homicidios, está creciendo más rápidamente que el promedio nacional: la tasa de homicidios en la república creció “sólo” 167 por ciento (pasó de 9 en 2005, a 24 en 2011), mientras que en Zacatecas lo hizo en 280 por ciento en el mismo periodo.
Sin duda está ocurriendo un reacomodo. Ahora Zacatecas es uno de los cuatro estados de la República con mayores incrementos en la tasa de homicidios en 2011, con 90 por ciento, respecto al 2010, luego de Nuevo León (130 por ciento), Veracruz (116.7 por ciento) e Hidalgo (100 por ciento). De esta forma se explica, por lo menos en parte, que la tasa de homicidios en el país se mantenga en crecimiento y que la de Zacatecas (19) se parezca cada vez más a la de Brasil (21).
Finalmente, no podemos dejar de mencionar cómo el incremento en la violencia homicida afecta principalmente a los adolescentes.
La tasa de homicidios entre la población de 15 a 17 años se ha venido incrementando sostenidamente en Zacatecas desde 2005, cuando era de 2.2, hasta 2010, cuando alcanza 11.8. El incremento ha sido de más de cinco veces.
También hay que decir que en este grupo de edad se ha venido cerrando la brecha entre Zacatecas y el promedio nacional. En 2005 la tasa de homicidios de adolescentes de 15 a 17 años era, a nivel nacional, de 5.6, mientras que en Zacatecas era de 2.2, es decir, poco más del doble. Sin embargo, en 2010, la tasa nacional era de 15.2, mientras que en Zacatecas alcanzó 11.8, apenas 22.3 por ciento más grande.
En consecuencia se puede decir también que el homicidio crece más rápidamente en Zacatecas que en el promedio nacional, entre los adolescentes de 15 a 17 años: durante el periodo 2005-2011, mientras en el país creció la tasa en 171 por ciento, en Zacatecas el incremento fue de 436 por ciento.
Fuentes: INEGI. Estadísticas de mortalidad. Defunciones por homicidio. Consulta interactiva de datos. CONAPO. Proyecciones de población 2005-2050. Tasa por 100 mil habitantes en el grupo de edad.
De acuerdo con el INEGI entre 2005 y 2011 se han producido 116 mil 005 homicidios a nivel nacional; cuando se cierre la cuenta de 2012 habremos llegado a más de 140 mil (unos 120 mil sólo en este sexenio). En el caso de Zacatecas, la cuenta va en 896 homicidios en el periodo y, sin duda, estaremos alcanzando el millar al final de este año.
Y si no pasa algo extraordinario, que sería hacer lo que tenemos que hacer, seguiremos acumulando muertos en 2013 y en los años venideros. La próxima Legislatura haría una lectura correcta si pone en sus prioridades reenfocar la política hacia niños, niñas y adolescentes y atacar los factores de riesgo a los que están expuestos: a nivel de la familia (maltrato a la pareja y hacia los niños; abuso sexual; rezago educativo de los padres), a nivel de la comunidad (exclusión educativa y un ambiente escolar adverso; embarazo temprano y práctica sexual no protegida; muerte violenta, como accidentes, homicidios y suicidios) y a nivel del contexto social más amplio (el incremento de la violencia, la pobreza y la exposición y consumo de drogas y alcohol).
El homicidio es causa y efecto de las interrelaciones entre esos factores. La reducción de las alarmantes tasas en este indicador requiere de una mirada amplia, que permita la articulación de diversos cursos de política, orientados a garantizar la operación de factores protectores con un enfoque de seguridad ciudadana para todos. Una parte ineludible de las soluciones pasa por asumir la agenda “10 por la infancia”, en particular sacar una Ley General de Promoción y Protección de los Derechos de la Infancia, que esté a la altura de los graves problemas de niñas, niños y adolescentes ahí donde viven. Después de todo, como decía Eleanor Roosvelt, los derechos humanos inician “en lugares pequeños, cercanos a casa, tan cercanos y tan pequeños que no se pueden ver en un mapamundi (…) en el mundo de la persona individual; el barrio en el que vive; la escuela o la universidad a la que asiste; la fábrica, la granja o la oficina donde trabaja”.
La próxima Legislatura puede poner un freno a la manera actual de hacer las cosas y crear las condiciones legales e institucionales, para pasar a otra etapa en la que se impulsen las políticas públicas que se requieren para salir del hoyo en el que estamos. Un ingrediente son las políticas de infancia y juventud, porque si se beneficia a los niños mejora el clima en la familia y la comunidad, y porque si mejoran las condiciones generales de todos las tasas de homicidios pueden reducirse.
Tenemos derecho a la vida, a la libertad y a nuestra seguridad como personas. Los niños, las niñas y los adolescentes también.
Tomado de La Jornada Zacatecas, Agosto 28 de 2012
Por Luis Alberto Barquera
@LuisBarquera en Twitter
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