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jueves, 5 de julio de 2012

Encuestas en entredicho



El fracaso de la mayoría de las casas encuestadoras que hicieron mediciones de preferencias ciudadanas antes de la jornada electoral del domingo pasado evidencia que hay necesidad de meter nuevos criterios legales a la metodología de sus sondeos y replantear los que aprobó en el Instituto Federal Electoral (IFE).


Los resultados presentados hasta el 27 de junio pasado por esas encuestadoras difieren por mucho del +3 o del –3%, que es el margen de error promedio que las mismas se permiten en sus metodologías. Esto puede deberse a sesgos en el levantamiento, preguntas mal redactadas, influencias externas y una mala selección de la muestra. La mayoría, por desgracia, cometió errores y durante los 90 días de la campaña pusieron al candidato de la coalición PRI-PVEM, Enrique Peña Nieto, por arriba del aspirante de las izquierdas, Andrés Manuel López Obrador, entre 20 y 12 puntos de diferencia, cuando el resultado, que hasta ahora es sólo virtual, muestra que esa diferencia fue de 6.5 puntos.


Esto no hizo sino aumentar la desconfianza en esos ejercicios, cuando menos para una coyuntura política de tanta relevancia para el país, como lo es una elección presidencial, pues el fantasma de la manipulación de dichos ejercicios se ha instalado ya en los ciudadanos. Y es que, al final, esos resultados que, en teoría, marcaban tendencia, estaban errados por completo pero, en el camino, de tanto repetir que Peña Nieto era el puntero, sí se convirtieron en instrumentos para conducir la opinión pública. Un caso extremo fueron las encuestas diarias publicadas por el Grupo Milenio en asociación con la empresa GEA/ISA, que lidera Ricardo de la Peña, que durante 100 días consecutivos de medición y publicación señalaron que Peña Nieto superaría por entre 20 y 18.4 puntos a López Obrador, cuando la realidad, lo vemos ahora, fue completamente distinta.


Esta encuesta, de acuerdo con datos del Observatorio y Monitoreo Ciudadano de Medios (OMCIM) fue, además, la más vista durante el periodo de referencia y alcanzó el mayor número de menciones en Twitter. No era, pues, cualquier ejercicio sino el más difundido, lo cual también dimensiona las consecuencias del impacto a la opinión pública que pudo tener este yerro. Esto obligó incluso a que Milenio, a través de su director editorial, Ciro Gómez Leyva, ofreciera una disculpa a los televidentes y lectores de este grupo de medios: “Como empresa periodística fallamos en lo más valioso: la precisión informativa”, escribió el periodista en su columna del periódico. Sin embargo, la de Milenio no fue la única encuesta que falló. También lo hicieron la de medio como El Universal, El Sol de México, Televisa y TV Azteca, que dieron ganador a Peña Nieto por márgenes de entre 15 y 12 puntos frente al candidato situado en el segundo lugar de la contienda.


Si como expuso GEA/ISA, “las encuestas sirven para reducir la incertidumbre en torno a los comicios y, con ello, contribuyen a facilitar el proceso electoral”, algo grave pasó en esta ocasión, porque lejos de reflejar las preferencias reales de los votantes metieron mucho ruido en toda la campaña. Revisar la operación de las encuestadoras y su metodología es un ejercicio que nos heredan los comicios del 1 de julio. Sin proponer más regulación, sí debe hacerse un ejercicio de autocrítica entre autoridades y empresas para determinar las causas de esos errores y atacarlas de inmediato. De lo contrario, esos ejercicios libres y válidos en una democracia, que sirven para interpretar la voluntad de un electorado, pueden caer en la descalificación, más aún si hay sospecha de que se les usa para “orientar” a los votantes y para influir en sus decisiones políticas.



Este contenido ha sido publicado originalmente por SINEMBARGO.MX en la siguiente dirección: http://www.sinembargo.mx/opinion/05-07-2012/7997. Si está pensando en usarlo, debe considerar que está protegido por la Ley. Si lo cita, diga la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. SINEMBARGO.MX

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