“El pueblo me silba, pero yo me aplaudo” – Quinto Horacio Flaco.
Mi nombre es Nadim David Vargas, al igual que tú, soy Licenciado en Derecho. He sido docente de materias humanísticas, así como del idioma inglés; tengo 27 años, me gusta leer, escribir y sobre todo: abogar en medida de lo posible, por la razón, la justicia y la dignidad de los seres vivos en general.
El motivo de esta carta, es para expresar el sentir de millones de mexicanos que estamos en desacuerdo con las prácticas lamentables del partido al que perteneces, así como del proceso electoral. Con lo anterior mencionado, haciendo uso de mis derechos y de mi libertad, comienzo: Después de haber leído la Declaración de Principios del Partido Revolucionario Institucional, me queda claro que hay un abismo preocupante entre lo que ahí se lee, lo que ha pasado y lo que se está viviendo actualmente en nuestra sociedad.
Nuestra nación, ciertamente debe ser “libre, soberana, democrática y justa” (principio no.1), sin embargo, la inmensa duda que ha puesto a hervir los corazones en México es: ¿A qué soberanía, libertad, democracia o justicia puede aspirar un partido que, ha sido ligado a eventos lamentables y trágicos como el 2 de Octubre de 1968; la “caída del sistema” de 1988, el llamado “halconazo” de 1971; la masacre de Aguas Blancas de 1995; la matanza de Acteal de 1997 y el caso Atenco en 2006, entre otros? Es claro que en nuestro país es fundamental la “participación del pueblo en la vida democrática, con la finalidad de que en los actos de autoridad y en la relación de ésta con la ciudadanía, prevalezcan la democracia, la legalidad y la justicia social” (principio no. 2), sin embargo, ¿cómo pronunciar la palabra “democracia” con tantas denuncias de coacción del voto?, ¿cómo hablar de la legalidad, si más allá del discurso político, no se han atendido con seriedad, artículos como el 1, 6, 7, 9, 16, 26, 33, 39, 40, 41, 81, 99, 103, 113, 119, 134 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos? ¿Cómo hablar de la legalidad si no se ha cuidado el estricto cumplimiento del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales? ¿Cómo pensar en la justicia social con un caso como el de Atenco?, ¿Cómo pensar en la justicia social, si las matanzas, las represiones, y las intimidaciones, se sabe a voces que ha sido el sello de tu partido? Tratando de invocar el sentir de millones para plasmar objetivamente dicha esencia, es necesario comentar que México “se opone a la acumulación de riqueza en pocas manos, a los monopolios y a la tiranía insensible del mercado” (principio no.8), Sin embargo, ¿cómo confiar en este punto siendo que los ex presidentes han salido con posiciones económicas por encima de la clase alta?, ¿qué decir sobre la oposición a los monopolios, si para la opinión colectiva fue más que evidente la constante ayuda mediática para el impulso de tu candidatura?, ¿cómo contraponerse a la tiranía insensible del mercado, si de acuerdo a la columna “Verbos y cifras” del Profesor Sergio Aguayo, en tu paso como gobernador del Estado de México, éste se posicionó en los últimos lugares de competitividad?, ¿cómo pensar en esa sensibilidad que debe estar a la altura de la demanda nacional, bajo un modelo económico que sólo beneficia a los intereses privados? Podría continuar citando la Declaración de Principios del Partido Revolucionario Institucional, pero ésto llevaría horas; por ello, es de vital importancia que como predicador de esta ideología, no conviertas los principios, la Constitución y demás leyes, en un mero soliloquio político de alcances cortos y sin eco social.
Es fundamental que se atiendan no sólo los cuestionamientos aquí plasmados, sino las voces de millones que gritan y se manifiestan hacia el proceso electoral, hacia tu partido y hacia ti, como elementos políticos de escasa confiabilidad. Sostengo que, de ninguna manera es moral el dar respuesta a la genuina inconformidad colectiva con el ya conocido discurso ensayado, no es digno el ignorar las miles de quejas a través de la diplomacia simulada, no es de grandes espíritus el contra argumentar mediocremente una queja con otra queja; en pocas palabras, no es admisible ni excusable que aquél que pretende representar las voces de millones, las enmudezca con su propio silencio, o que en el mejor de los casos, las evada a través de la respuesta sin sustancia.
La delicada y angustiante situación que estamos viviendo, no es algo fortuito, no es azar, no es destino, es el resultado exacto que deriva de todas las irregularidades, inconsistencias e ineptitudes que México ha decidido ya no seguir tolerando. Tú y tu partido, (punto 40) mencionan que el poder político no es un fin en sí mismo, sino que es instrumento para crear una nación más libre, más justa, más democrática y más equitativa, así que, recurriendo a la prueba máxima de que ésto no ha sido cumplido a cabalidad, o sea, tomando como medida irrefutable la inconformidad y el sentir de millones, e invocando el Artículo 39 de nuestra Ley Máxima: “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo…el pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”, con todo ello, sería una acción profundamente prudente, congruente, necesaria, institucional y desinteresada, que de no “limpiarse” el proceso electoral, declines a tu supuesta victoria presidencial.
Lo escrito en el anterior párrafo, no es una petición personal, no es un capricho, no es una idea descabellada, al parecer, es el único camino pacífico que puede sanar el peligroso y fundamentado descontento social. Aparentemente, no existe ninguna otra alternativa que solucione pacíficamente la enérgica, constante y legítima oposición del pueblo de México.
Concluyo diciendo que, si llegase a imperar la vanidad política por encima de la razón y el sentir del pueblo, si llegase a sobreponerse la voluntad de una decena por encima de la voluntad de millones, entonces, no sólo tendrás la tarea de legitimar tu dudosa victoria, no sólo será absoluta tu responsabilidad de cumplir todos y cada uno de los puntos firmados y promesas hechas, sino que habrás de evaporar las lagunas que todo esto ha dejado, tendrás que resanar las fracturas sociales de esta turbia y grisácea elección, y lo más importante: serás el único responsable de lo que le suceda al pueblo de México, no porque seas un ser omnipotente, sino simple y sencillamente, para no pasar a la historia como un mero incompetente.
México ya no aguanta, nuestras hermanas y hermanos ya están cansados de sentirse reprimidos e ignorados, México ya se cansó de ser el país tercermundista que vive al día con falsas esperanzas, nuestras hermanas y hermanos ya no tienen mucho qué perder, tú decidirás si bajas de la cuerda floja, o si tomas el riesgo de caminar a lo largo de ella, sólo recuerda que, un paso en falso, sería la inevitable caída. “¿Por qué no tener confianza en la justicia del pueblo? ¿Hay en el mundo esperanza mejor o que pueda igualarla?” – Abraham Lincoln
por Nadim David Vargas @ElPsicosofo
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