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viernes, 18 de mayo de 2012

Peña, del jueves negro de Atenco al viernes negro en la Ibero



Dos escenas resumen el conflicto en San Salvador Atenco. La primera se hizo muy famosa. El miércoles 3 de mayo de 2006, un manifestante patea con furia en los testículos a un policía que está tirado en el suelo. Con esa imagen se justificó la irrupción violenta de las fuerzas policiacas estatales y federales que vendría un día después.

Segunda imagen: El jueves 4 de mayo del mismo año, un joven de 19 años, Alexis Benhumea, se desangra en el asiento de una combi que va a toda velocidad al hospital. Un proyectil de gas lacrimógeno lo impactó directamente en la cabeza. Estuvo once horas sin atención médica, perdiendo sangre, oculto en una casa con otros 30 activistas que se escondían de un operativo de tres mil policías locales y federales. Lo trasladaron al ISSSTE-Zaragoza periodistas nacionales y extranjeros. Murió 34 días después.

San Salvador Atenco irrumpió en la política nacional el 23 de octubre de 2001 para arruinar el mayor proyecto de inversión pública y privada de los gobiernos federal y del Estado de México, encabezados por el presidente Vicente Fox y el gobernador Arturo Montiel, respectivamente. La construcción del segundo aeropuerto de la Ciudad de México consideraba una inversión pública de 2,863 millones de dólares, que atraería una derrama económica de cerca de 30,000 millones de dólares.

Pero hubo un error de cálculo político: se pensó que los ejidatarios aceptarían siete pesos por metro cuadrado de tierra de temporal y 25 pesos por metro de tierras de riego. El núcleo de ejidatarios de San Salvador Atenco, encabezados por Ignacio del Valle, protestó de inmediato, tomó la carretera Texcoco-Lechería, retuvo funcionarios locales y federales, y finalmente obligó a Fox a recular: el 1 de agosto de 2002 el entonces secretario de Comunicaciones y Transportes, Pedro Cerisola, canceló el decreto expropiatorio (que afectaba 5,391 hectáreas de 4,375 familias) y dio por sepultado el gran negocio del sexenio.

El rencor se incubó durante cuatro años en los gobiernos federal y estatal. Por su parte, los campesinos de Atenco dieron otro paso adelante. Se constituyeron en el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y se solidarizaron movimientos sociales por todo el país, hasta que se volvieron un referente para el Subcomandante Marcos y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

El México de mayo de 2006 era completamente distinto al de hoy: el Ejército no estaba en las calles y las encuestas registraban un empate entre el panista Felipe Calderón y el perredista Andrés Manuel López Obrador hacia la elección presidencial; Fox estaba volcado a la promoción de su gobierno y el Subcomandante Marcos recorría el país para aglutinar a la izquierda radical o anticapitalista. Buscaba articular a los pequeños movimientos y organizaciones que quedaran a la izquierda de un eventual gobierno de López Obrador.

San Salvador Atenco era, para entonces, un símbolo para esa izquierda anticapitalista: representaba la historia de unos ejidatarios que, blandiendo machetes, habían impedido una injusta expropiación. A partir de 2002, el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra se había convertido en una organización política propia, más allá de las demandas agrarias, que acompañaba los movimientos campesinos y sociales en todo el país. Desde las agencias de inteligencia del gobierno se deslizó la versión que eran un comando del Ejército Revolucionario del Pueblo Insurgente (ERPI) o que los respaldaba la ETA vasca, pero nunca se mostraron evidencias.

Empoderados, los ejidatarios de Atenco retuvieron a funcionarios estatales el 8 de febrero y el 6 de abril de 2006, en protesta por el incumplimiento a sus demandas sociales. El gobierno del Estado de México, ya encabezado por Enrique Peña Nieto, solicitó entonces órdenes de aprehensión contra el dirigente Ignacio del Valle.

El 3 de mayo de 2006, los integrantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra se movilizaron al centro del municipio de Texcoco para apoyar a ocho floristas que querían instalarse a vender sus productos y habían sido desalojados por la policía local. El Subcomandante Marcos estaba a pocos kilómetros de ahí, en la Ciudad de México, en el punto más importante de su “tour” antisistémico llamado “La Otra Campaña”.

Ese día las policías estatal y federal perdieron la batalla campal contra los integrantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y sus simpatizantes. Los atenquenses los echaron, aunque pagaron un precio muy alto. Su líder Ignacio del Valle fue detenido y el niño Francisco Javier Cortés, de 14 años, fue asesinado de un tiro a quemarropa cuando caminaba por la calle para comprar tamales. El casquillo correspondía a los calibres de las armas de la policía estatal. Ese día, el gobernador Peña Nieto advirtió: “No se va a negociar: se va a aplicar la ley y a hacer respetar el estado de derecho”.

El 4 de mayo San Salvador Atenco fue objeto del operativo policiaco más furioso en la historia reciente en México. Tres mil policías estatales y federales entraron al pueblo con patente de corso para allanar domicilios, golpear a todo lo que se moviera (se volvió famosa la imagen de un toletazo contra un perro que pasaba por ahí) y arrestar sin órdenes de aprehensión.

Los integrantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y sus aliados juntaron a unas 800 personas. Hasta allá llegaron simpatizantes de Marcos que escuchaban al líder del EZLN en un mitin en Tlatelolco. Entre ellos estaban Ángel y su hijo Alexis Benhumea. También acudió la mayoría de los miembros de su comitiva, que lo acompañaban desde que saliera el 1 de enero de 2006 de La Garrucha, Chiapas, entre ellos su médico personal.

Pero fueron rápidamente rebasados en número, estrategia y saña. El operativo en San Salvador Atenco se volvió célebre por los abusos sexuales que cometieron los policías. La Comisión Nacional de los Derechos Humanos acreditó que 19 mujeres padecieron agresiones sexuales graves en el trayecto de Texcoco al penal de Almoloyita.

Ese día, para efectos prácticos, quedó desarticulado el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y también se terminó “La Otra Campaña” del Subcomandante Marcos. Al día siguiente, 5 de mayo, Marcos marchó desde la Universidad de Chapingo hasta Atenco y encabezó un mitin, pero su movimiento ya no se levantó de la represión. Su médico particular, por ejemplo, fue detenido, brutalmente golpeado y pasó más de un año en la cárcel.

A Ignacio del Valle lo condenaron a 112 años de cárcel por secuestro equiparado. La Suprema Corte de Justicia de la Nación –que reprobó las violaciones a derechos humanos durante el operativo- invalidó esa sentencia y lo dejó libre, junto con Héctor Galindo y Felipe Álvarez, el 30 de junio de 2010. Por el contrario, nunca se castigó a los asesinos de Francisco Cortés ni de Alexis Benhumea. Tampoco se persiguieron los delitos sexuales; a los pocos policías bajo investigación sólo se les imputó abuso de autoridad.

El 8 de mayo de 2011 volvió a aparecer San Salvador Atenco en la vida pública. Un contingente de macheteros se incorporó a la marcha del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad que encabezaba el poeta Javier Sicilia. Se oyeron silbidos y gritos en contra de los machetes, que provenían de los más pacifistas de la movilización. Pero Sicilia respaldó a los ejidatarios. Dijo, para que todos lo oyeran, que los machetes no eran armas sino herramientas de trabajo de los campesinos. En señal de solidaridad, él mismo blandió su herramienta de trabajo -su pluma- y marchó algunos metros así. Los chiflidos se acallaron.

Los ejidatarios de Atenco doblaron a Vicente Fox en 2002. Una década después, el 11 de mayo de 2012, en nombre de los ejidatarios, los estudiantes de la Universidad Iberoamericana le hicieron pasar el día más negro a Enrique Peña Nieto en su campaña presidencial.

Ese viernes, en el Foro “Buen Ciudadano Ibero”, el candidato presidencial del PRI reivindicó el operativo contra los ejidatarios del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra:

“Asumo plena responsabilidad por lo sucedido en Atenco. Los responsables fueron consignados ante el Poder Judicial, pero reitero: fue una acción determinada para restablecer el orden y la paz en el legítimo derecho que tiene el Estado mexicano de usar la fuerza pública”, dijo.

Su respuesta encendió los ánimos de decenas de estudiantes contra el exgobernador mexiquense quien, tras defender el operativo en Atenco, salió por una puerta lateral del auditorio y abandonó la universidad entre gritos de “¡Asesino, asesino!” y “¡Todos somos Atenco!”

Tomado de http://www.adnpolitico.com/opinion/2012/05/13/6-anos-del-dia-mas-negro-de-atenco-al-dia-mas-negro-de-pena

Emiliano Ruiz Parra es periodista y escritor, tiene estudios de licenciatura en Letras Hispánicas por la UNAM y de maestría en Filosofía Política por la University College London.

Entre 2004 y 2008 cubrió en el diario Reforma temas políticos y sociales, entre ellos los relacionados con el movimiento social de San Salvador Atenco y sus repercusiones.

Fue nominado al Premio de la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano en 2010 por su crónica “Morir por Pemex”, colabora en la revista Gatopardo, es autor del blog "La cueva de Montesinos" y está por publicar un libro sobre disidentes de la Iglesia católica. 

Por Emiliano Ruiz Parra @emiliano_rp



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