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viernes, 4 de mayo de 2012

Llama a hacer una República amorosa, risueña y humorosa





Síntesis de la Ponencia “De repúblicas amorosas, milpas y carnavales”,  presentada por Armando Bartra, en la mesa Ética y pensamiento crítico, de Los grandes problemas nacionales.  Diálogos para la regeneración de México:

“En 2012 la disyuntiva es continuar en la República del odio gestada en los gobiernos del PRI y abismada en los del PAN, o construir una República solidaria y fraterna, una República amorosa. Y la disyuntiva es de naturaleza ética.

La guerra contra el narco que emprendiera el gobierno de Calderón, y a su modo prometen continuar los candidatos del PAN y del PRI, es muy semejante a lo que describe con ironía Charles Dickens en El misterio de Edwin Drood: “Su filantropía olía a pólvora (…) Había que abolir la guerra, pero declarándola antes encarnizadamente a aquellos que la fomentaban (…) Era menester establecer la concordia universal, pero para ello había que exterminar a cuantos no quisieran ponerla en práctica”. A esta filantropía iracunda, Andrés Manuel López Obrador opone la reconciliación y llama a construir una “República amorosa” ¿Ocurrencia de campaña?, ¿confusión conceptual?, ¿ingenuidad política? Nada de eso.

Según Hanna Arendt, a diferencia de los principios de la moral individual, los conceptos de perdón, respeto, promesa y amor –empleados reiteradamente por López Obrador– “corresponden a la condición humana de la pluralidad (pues) se basan en la presencia de los demás”, de modo que se trata de principios de ética política. Si bien para la filósofa alemana el amor pertenece a una esfera superior: “El amor no es mundano, y por esta razón (…) no sólo es apolítico sino antipolítico, quizá la más poderosa de las fuerzas antipolíticas humanas”. Nada nos impide apoyarnos en la fuerza antipolítica del amor para avanzar hacia una pospolítica, hacia una sociedad basada en el reconocimiento radical del otro como el que propicia la “pasión” y el “desinterés” propios del amor.

Resumiendo: el respeto por el otro es un imperativo ético, el reconocimiento de la pluralidad sociocultural que conforma nuestro país, una urgencia política, y la construcción de un marco legal que consagre jurídicamente los derechos de los diversos grupos étnicos –originarios del continente o no– es una perentoria necesidad institucional.

Ni en México ni en el mundo es bueno apostar por la atomización social, de modo que habrá que desguanzar la opresiva articulación hegemónica a la vez que urdimos nuevas convergencias nacionales y globales de los diversos. El egoísmo identitario es de derecha y encarna en los racistas anglosajones, los suprematistas blancos, los neofascistas. El pluralismo de los oprimidos, en cambio, es generoso: afirma nuestra pertenencia a la muchedumbre humana bajo la forma de la diversidad solidaria, polifónica, danzante; bajo la forma de la milpa.

México está roto, quebrantado. Expresión mayor de la agobiante crisis es la pérdida del sentido de pertenencia a una nación económica, social y políticamente colapsada en la que ya no nos reconocemos. Recuperar la identidad que nos cohesionaba es asunto de vida o muerte; no la engañosa “unidad nacional” en torno de la nefanda “guerra de Calderón” sino la efectiva convergencia de los mexicanos –todos– en torno de un gran proyecto de regeneración nacional.

Un proyecto que será ético no por convocarnos a ser buenos sino por incorporar la dimensión moral en los asuntos mundanos.

En vez de la desalmada dictadura del mercado los mexicanos necesitamos una economía moral y solidaria; en vez de un desarrollo entendido como crecimiento de la producción a cualquier precio, necesitamos vivir bien y promover el florecimiento humano: un despliegue de nuestras potencialidades cuyos indicadores son la libertad, la justicia, la dignidad, la felicidad y no los llamados “fundamentales” de la economía.
“…hagamos de México una República amorosa, sí, pero también una República risueña, una República humorosa.

“Sonríe, vamos a ganar”, decíamos hace seis años. Hoy, yo les diría: “Rían, porque si ese a todo somos capaces de reír, ya ganamos”.

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