En un interesante artículo de Jaime Avilés,
Desfiladero, “Twitter vs televisoras: la disputa por México”, señala que los
medios están interesados en apoyar el proyecto de los candidatos y por eso el
papel de las encuestadoras de las principales televisoras.
Parte del texto es el siguiente:
Una prueba de que los medios nos imponen su
propia versión de la realidad la ofreció nuestro compañero Víctor M. Toledo en
su artículo más reciente: “Enigma electoral: el misterio de las encuestas que
se bifurcan” (La Jornada, 10/4/12). A dos meses y medio de las elecciones,
escribió, “la gran mayoría de los medios televisivos, periodísticos y
radiofónicos repiten con notoria frecuencia los resultados de las principales
casas encuestadoras. Éstas ubican en primer sitio a Enrique Peña Nieto (EPN),
seguido con cierta lejanía por Josefina Vázquez Mota (JVM)”. Y casi todas
colocan a AMLO en tercer lugar.
Al promediar los resultados de siete firmas
(GEA-ISA, Reforma, Mitofsky, Radio Fórmula, Covarrubias, El Universal y
Parametría) ligadas con medios tradicionales, Toledo descubrió que marcan estas
tendencias: AMLO, 17.8 por ciento; EPN, 38.5, y JVM, 23.5. Pero al examinar los
estudios de opinión efectuados por otros actores y con otras metodologías,
encontró que en todos ellos, sin excepción, AMLO apabulla a sus contrincantes.
Para apoyar “la hipótesis de la
manipulación de las encuestas” (del primer grupo de firmas, en la que de
antemano dijo que no cree), Toledo subrayó “el retiro inexplicable (del aire)
de tres sondeos realizados por televisoras: Univisión, UNO Noticias y Milenio
Tv. En los tres, pero especialmente en el primero y en el tercero, AMLO arrasa
a los otros candidatos con más de 80 por ciento de las opiniones”. ¿A qué
obedecen estas abismales diferencias?
Un destacado político tabasqueño expresó
recientemente que, a su juicio, la pirámide social mexicana se divide en tres
niveles, tanto por la manera de pensar como por los ingresos de sus
integrantes. En la cima conviven personas de ideas y costumbres conservadoras,
que representan 15 por ciento de los mexicanos.
El grupo de enmedio (25 por
ciento) se compone de mentes alertas y críticas, mientras en el de abajo, el
más extendido (60 por ciento), se hallan quienes se orientan únicamente por la
televisión.
Si trasladamos este esquema al ámbito
electoral y lo contraponemos con los datos que Víctor M. Toledo mostró en su
artículo, podríamos arriesgar algunas interpretaciones. Según las casas
encuestadoras tradicionales, en el nivel inferior de la pirámide, de cada mil
televidentes, 385 (o 38.5 por ciento) piensan votar por EPN, 235 (o 23.5) por
JVM y 178 (o 17.8) por AMLO, en tanto 193 (o 19.3) no saben por quién se
inclinarán, si es que lo hacen por alguien.
Ahora, si tomamos los resultados de las
encuestadoras no tradicionales y los aplicamos a la masa crítica que habita a
la mitad de la pirámide, podemos deducir que de ese 25 por ciento de la
población (alrededor de 30 millones de personas), 80 por ciento votará por
AMLO. Y por supuesto que es ahí, en ese sector, donde bullen la energía y la
capacidad organizativa y movilizadora de quienes no desean otro sexenio, ¡el
sexto!, de neoliberalismo, es decir, de saqueo, devastación, genocidio y
sometimiento del territorio nacional a los intereses militares estratégicos de
Estados Unidos.
Si en la base de la pirámide predomina la
televisión, lo cierto es que en medio crece en forma exponencial la influencia
de Twitter. Una investigación efectuada por El Canario Temerario (blog en
construcción) descubrió que en 2010 había en México un millón 185 mil usuarios
de esa red social. Datos estadísticos oficiales revelaron que tal cantidad
ascendió a 4 millones 100 mil en marzo de 2011, por lo que actualmente se
estima que la población tuitera es de unos 10 millones.
Aunque todavía no hay estudios académicos
sólidos y confiables acerca de esta novedosa forma de comunicación, se
considera que en el mundo, en promedio, de cada 10 cuentas de Twitter sólo seis
están activas, esto es, que gorjean, como mínimo, una vez cada 60 días (twit en
inglés equivale a pío-pío en español). Lo que nadie sabe es cuántas cuentas
inactivas son usadas por personas que se dedican a leer lo que piensan los
demás pero jamás se manifiestan.
Hasta anoche, al cierre de este
Desfiladero, la cuenta de Peña Nieto tenía 514 mil 251 seguidores, la de
Vázquez Mota 422 mil 204 y la de AMLO 361 mil 872. ¿Por qué, desde la aciaga
comparecencia pública del priísta en la Feria Internacional del Libro de
Guadalajara, los mensajes en Twitter han sido avasalladoramente favorables a
López Obrador? Por dos razones.
Una: porque un número indeterminado de
“seguidores” de Peña Nieto y Vázquez Mota son cuentas que se manejan mediante
programas de computación, pero detrás de las cuales no hay personas de carne y
hueso ni cerebros de materia gris.
La otra: porque los partidarios del
tabasqueño han descubierto que Twitter es una muy eficaz herramienta para
combatir la desinformación que propagan televisoras, estaciones de radio y
periódicos. En cierto sentido, gracias a la transparencia imperante en esa red
social, Twitter es una suerte de ombudsman que protege el derecho a la
información de los consumidores de noticias.
Por todo ello, en las elecciones mexicanas
de julio de 2012 no sólo competirán dos proyectos políticos diametralmente
opuestos, sino también los medios que respaldan a cada cual. Pero en los hechos
triunfará no el que logre acumular más votos para su candidato, sino el que sea
capaz de defenderlos y lograr que el IFE los declare válidos. En pocas
palabras, quienes insisten en que la victoria de la derecha es ya inevitable,
únicamente pretenden desanimar y alejar de las urnas a los indecisos”
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