El fenómeno de bullying o intimidación suele aparecer, desde el sentido común y desde los medios de comunicación, como el paradigma para comprender las agresiones en el contexto escolar, y como tal, a ratos todo acto de agresión en la escuela parece quedar cubierto bajo el amplio paraguas que aguanta el concepto. Al respecto, es necesario precisar el fenómeno de bullying para que adquiera sentido y utilidad. Éste es solo parte de una realidad mucho más amplia que es la violencia escolar y se produce con mayor frecuencia entre los 10 y los 14 años y, aunque se constata que comienzan cada vez en edades más tempranas, estos problemas, disminuyen con la edad.
Hay un dato muy relevante y es que el 60% de los menores que acosan en el colegio cometen algún delito antes de los 24 años (perpetúan la violencia y la trasladan al trabajo o la familia). Respecto a los agresores, son personas que, normalmente, no se sienten bien consigo mismas y por eso quieren controlar y dominar a las demás. Buscan un poder social y un reconocimiento que no pueden obtener de otra manera.
A su vez las escuelas también deben de tratar de disminuir y erradicar el bullying mediante campañas de vigilancia y con clases que fomenten la integración de los alumnos. Es recomendable implementar un sistema de denuncia anónima en el que los estudiantes puedan comunicar sus problemas sin sentir miedo de ser expuestos por expresarse. En México la SEP implementó un programa de talleres para combatir el bullying en las escuelas, a través de éstos los alumnos pueden expresar como se sienten ante situaciones de acoso escolar mediante títeres.
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