En vez de que la alternancia que se dio en el año 2000 hubiera servido para impulsar avances democráticos irreversibles, la realidad nos muestra que resultó contraria a ese anhelado objetivo. Caminamos en reversa como sociedad en busca de un mejor destino, por la terquedad del grupo en el poder en conservar privilegios que no corresponden a la estructura social y económica de una nación muy desigual.
Luego de dos sexenios
con el PAN al frente del Ejecutivo, no hay dudas de que la alternancia fue un
fracaso total, pero lo más grave de esta situación es que dicho partido
pretende mantenerse en el poder al costo que sea, como lo demuestra la actitud
asumida por Felipe Calderón, semejante a la que adoptó su antecesor durante la
etapa electoral de hace seis años.
Por eso fue que se
reformó la ley electoral, con el fin de evitar que se repitiera tal
comportamiento antidemocrático. Ahora constatamos que no obstante dicha reforma
el inquilino de Los Pinos actúa sin respetar la norma, como él mismo lo
reconoció al comprometerse a no seguirlo haciendo, tanto en público en la
ceremonia conmemorativa de la creación de la bandera nacional, como en privado
ante el dirigente nacional del PRI, Pedro Joaquín Coldwell. Este dijo, después
de la reunión, tener confianza en que habrá de cumplir su palabra.
Ojalá así fuera, pues
contribuiría a que el proceso culminara en un ambiente de confianza en el
futuro, cuestión fundamental en este momento, cuando la paz social está en
riesgo, no sólo por la “guerra” de Calderón contra las bandas del crimen
organizado, sino por tanto desatino de su administración, marcada por la
corrupción y un absoluto desinterés por cumplir la responsabilidad asumida. El
sexenio se caracterizó por la incapacidad de Calderón para poner orden en su
gabinete, empecinado como ha estado siempre en “combatir” al narcotráfico, como
si de ello dependiera la felicidad de los mexicanos.
Ahora que faltan nueve
meses para que finalice el sexenio, empieza a darse cuenta de que habrá de
necesitar quien le cuide las espaldas, porque debe saber que los saldos de su
“gobierno” son muy negativos, por eso ha gastado más que ningún otro presidente
en propaganda engañosa. Obviamente, la única que podría hacerlo es la
abanderada del partido blanquiazul, Josefina Vázquez Mota. Por eso hará todo lo
que esté a su alcance para que sea la ganadora en los comicios de julio, aunque
para ello tenga que faltar a su compromiso de no entrometerse en el proceso.
Aunque de nada le
servirá tal incumplimiento, pues la propia candidata panista está sembrando la
semilla de su derrota, como lo demostró en la reunión que tuvo con ex alumnos
del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM). Ante la carencia de
argumentos políticos serios, no le queda otro recurso que la diatriba, la frase
hueca, la mofa al adversario. Dijo que cuando ve a otro aspirante (se refería a
Andrés Manuel López Obrador) que nombra a su gabinete, “pienso que suman como mil
quinientos años de edad”.
Así está demostrando
su falta de respeto a la gente de experiencia, a hombres y mujeres que ya han
vivido los mejores años de su vida y ahora están dispuestos a formar parte de
un gobierno democrático, para servir a la sociedad no para enriquecerse, como
así ha sucedido, sobre todo a partir del arribo de los tecnócratas al poder.
Sería saludable que tuviera el valor de mostrar al equipo que la acompañaría en
el hipotético caso de ganar las elecciones. Sería una manera concreta de
comparar la capacidad, trayectoria e intereses reales de cada uno de ambos
equipos de trabajo.
Allí mismo señaló que
el otro partido en la contienda (se refería al PRI), integró a su consejo
político “a ex gobernadores, algunos con historias terribles, pienso que suman
como mil quinientos años de prisión”. Aun concediendo que tenga razón, no está
en posición de hacer tal señalamiento, ya que formó parte de gobiernos formados
por personajes que se han distinguido por su total ausencia de escrúpulos,
empezando por la pareja presidencial que encabezó al Ejecutivo el sexenio
pasado, y terminando con el actual “gobierno”, que habrá de pasar a la historia
como uno de los más corruptos que hayan pasado por Los Pinos.
En consecuencia, la
señora Vázquez Mota debería buscar de otro modo el aplauso fácil de sus
oyentes, pues obviamente no cuenta con la autoridad moral para hacer críticas
como las anteriores, por muy ingeniosas que sean. El PAN quedó descalificado
como partido con posibilidades de promover avances democráticos. No tiene con
qué hacerlo ni le interesa aprender cómo hacerlo. Perdió su oportunidad por un
evidente interés en aprovecharse del poder con fines de lucro, por encima de
cualquier otro objetivo. Superó al PRI en ese propósito, lo que parecía imposible.
Esto deben saberlo muy bien los electores que han vivido en carne propia los
desmanes de un desgobierno voraz, apátrida e ignorante.
Con información de
Revista Emet.
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