En la columna de Desfiladero de Jaime
Avilés de la Jornada, sábado 25 de enero, siguiere el autor que el PRD en el DF
no está a la altura de las circunstancias. Pero aún así “el PRD ha logrado
gobernar la capital del país durante 15 años, por dos razones fundamentales:
aquí dejó de existir el PRI y la cultura progresista de la inmensa mayoría de
los chilangos ha impedido el ascenso del PAN, excepto en los dos grandes
enclaves del conservadurismo: las delegaciones Miguel Hidalgo y Benito Juárez.”
“Desdichadamente para la causa de López
Obrador, que es la de al menos 20 millones de mexicanos, ese predominio natural
fue transformado en control corporativo de los sectores más débiles de la
ciudad, y de tal suerte, el PRD reprodujo los usos y costumbres que el PRI
mantiene en los estados que gobierna.”
Avilés se pegunta: ¿Qué vamos a hacer con
el PRD en la ciudad de México, podrido como en el resto del país? ¿Qué vamos a
hacer con los perredistas de buena fe, decentes y desvinculados de chuchos,
bejaranos y demás? Responder estas preguntas es una tarea a corto plazo que
debe encarar la dirigencia del movimiento obradorista.
Avilés señala que aún percibe “el virus del
odio, inoculado en 2006 a millones de hombres y mujeres por el PAN, la oligarquía
foxista y Televisa, está rebrotando lenta pero inexorablemente. Un científico
me aseguró que ese virus se llama A-Ene-T-O-Ene-I-O-Ese-O-Ele-A: Antonio Sola.
Todo sugiere que su primera ofensiva consiste en esparcir el rumor de que AMLO
está muy enfermo. ¿Qué significa esa vulgar calumnia? Que ya empezó la guerra
sucia y debemos prevenirnos para que no vuelva a dañarnos el cuerpo, la mente y
los sueños.”
Las reflexiones de Avilés implican tomar
providencias para realizar una campaña amplia y profunda para posicionar a
López Obrador como una persona sana física y mentalmente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario