Javier Flores, señala en un artículo el día de hoy, “Los intelectuales y las encuestas”, en la Jornada, que parece increíble el valor que algunos intelectuales asignan a las encuestas sobre las preferencias de los electores hacia los precandidatos a la Presidencia de la República, pues los resultados que arrojan diversos instrumentos son tomados al pie de la letra para la elaboración de sus análisis en los diferentes medios de comunicación.
Dicha actitud dice Flores, “es algo muy parecido a la
actitud de las sectas religiosas respecto de los libros sagrados, sólo que aquí
se trata de los números recabados, ordenados, analizados y publicados por algunas
empresas especializadas, ya que los datos de las empresas encuestadoras se han
convertido para ellos en sinónimo de la realidad.”
Dice Flores que las encuestas: a) difunden entre los
electores hechos no necesariamente ciertos, que son amplificados por algunos
líderes de opinión y b) son inductoras de conductas electorales.
Al respecto señala que el reconocimiento de las encuestas
como inductoras del voto puede ilustrarse con la discusión que recientemente ha
cobrado fuerza acerca del voto útil. “La supuesta lucha por el segundo lugar en
las preferencias electorales entre Josefina Vázquez Mota (JVM), candidata del
Partido Acción Nacional, y Andrés Manuel López Obrador (AMLO), candidato de las
izquierdas, lleva a una suposición interesante –e interesada–: quien adquiera
la ventaja en esa franja de las encuestas atraerá a la población que aún no ha
decidido su voto, e incluso a quienes ven hundirse a su candidato en el tercer
lugar. La construcción de este escenario ya está en marcha. Según Mitofsky, de
septiembre de 2011 (cuando ambos aspirantes se encontraban empatados en 17
puntos), a febrero de 2012, JVM subió siete puntos, mientras AMLO sólo aumentó
un punto. La tendencia de crecimiento de la primera, aunque lenta, es sostenida
desde mayo del año pasado, mientras el segundo no crece y se mantiene constante
desde marzo de 2011”.
“El binomio que se ha creado entre estos intelectuales y las
encuestadoras es sorprendente, pues unos se apoyan en los otros. Hoy se
encuentran amalgamados. Pronto escucharemos las expresiones surgidas de este
círculo vicioso: Los resultados de las encuestas coinciden con los análisis de
los especialistas”.
Dice Flores que “es muy fácil encontrar huecos importantes.
El primero es el supuesto carácter aleatorio de la muestra y otro aspecto es el
factor humano”, donde se involucran fobias y filias, que hacen dudar en quienes
elaboran los resultados.
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