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miércoles, 1 de febrero de 2012

La reforma al artículo 24 viola el Estado Laico



La democracia representa un anhelo progresista de hacer mejor el mundo en el que vivimos en participación con los demás, y aun en contra de la voluntad de nuestro prójimo, pues los derechos que consideramos indispensables para nuestra realización se anteponen ante cualquier circunstancia.

La reforma al artículo 24 constitucional viene a negar la mera esencia de nuestro gobierno republicano, ya que viola el Estado laico y de paso el derecho a la libertad religiosa.
Lo que está pasando alrededor de este tema es que el Estado ha sucumbido al poder religioso a cambio de la estabilidad política.

En contra de una sana interpretación de la Constitución que favorece la pluralidad, se ha preferido buscar un periodo de paz en donde exista una colaboración entre el Estado y la Iglesia. En una época en la que predomina la violencia, la inestabilidad y la ausencia de valores, es entendible el porqué se busca en el elemento religioso una propuesta viable para el desarrollo, sobre todo tomando en cuenta que más del 70 por ciento de la población es católica.

La Iglesia tiene todos los recursos e infraestructura para otorgar educación a millones de mexicanos e inculcar valores para garantizar el futuro de las próximas generaciones de mexicanos; pretende garantizar la homogeneidad en la población.

El problema con esta postura es que no parte de una interpretación integral de la Constitución Política ni toma en cuenta el contexto internacional. Nuestra Carta Magna ya contempla el derecho a la libertad religiosa, sea que se exprese en público y en privado, ya que al haber elevado a rango constitucional los derechos humanos contenidos en los tratados internacionales, se incorpora a nuestro texto constitucional el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.

Por otro lado la Constitución es muy clara al establecer que los funcionarios públicos en sus funciones no podrán preferir ni hacer expresiones a favor de ningún tipo de creencia religiosa, pues todas las creencias tienen el mismo valor ante la misma. Aprobar esta reforma crearía una sociedad polarizada discriminatoria que atacaría constantemente a las minorías religiosas sin que éstas tengan ningún recurso para protegerse.

Debemos recordar que ya vivimos en un mundo globalizado en donde la pluralidad es la regla, por lo que invertir recursos en una sola religión es una pésima inversión que sólo va a inhibir a empresarios protestantes, judíos, hindúes, budistas, etcétera, que buscan un lugar en donde establecerse, un lugar en el que se respeten sus creencias. Esto sin mencionar las repercusiones negativas que esta reforma nos puede traer ante la comunidad internacional por concepto de responsabilidad internacional.

Vivir en democracia es coexistir en tolerancia con las diferencias de los demás, transformando las mismas en fortalezas. Comparto como creyente la idea de que todos somos responsables de hacer presente aquellos valores divinos; sin embargo, esto jamás puede ser a costa de las minorías, de los que piensen diferente, y en detrimento de nuestra dignidad humana.

Germán Cardona Müller

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