- Que las ideas brillan por su ausencia.
- Que su campaña empieza a hacer agua.
- Que su campaña empieza a hacer agua.
El articulista de Reforma, Jorge Volpi, en un artículo denominado “Peña, espuma”, intenta predecir un hipotético escenario en breve, que Felipe Calderón no llegaría a un banquete de Los 100 -una reunión anual convocada por la revista Líderes mexicanos-, con lo cual el gobernador del Estado de México se convertiría en el único orador.
Pero Enrique Peña Nieto dice Volpi, “en vez de leer el breve discurso que tiene preparado, improvisa uno que se prolongará durante cerca de una hora”. Y con ello el auditorio pasará de la curiosidad al aburrimiento y de la decepción a la ira, pues Peña no hace sino exhibir la vetusta retórica priista de vaguedades, eufemismos y anacolutos”.
Volpi dice que de suceder eso Peña se sabría que “no articula una sola idea original, un solo planteamiento brillante, un solo destello de lucidez que escape al lugar común.” Y las preguntas surgirían:“¿Éste es el joven líder que se presenta como el renovador del PRI? ¿Éste es el político que encabeza las encuestas?”
Añade: “Aquí la retórica priista ha sido maquillada con un lenguaje pretendidamente moderno, barnizado por algún experto en políticas públicas. Pero, si uno lo revisa con cuidado, la espuma es aún más escandalosa: un regreso al anquilosado presidencialismo priista, enmascarado bajo un alud de encuestas y tecnicismos”.
Volpi recurre a una cita el famoso libro que presentó en la FIL y no escribió: Según Peña, México posee un "estado ineficaz" por culpa de 12 años de panismo, sin recordar que ese estado fue creado por el PRI y que las reformas estructurales que éste ha necesitado desde el 2000 han sido bloqueadas por el PRI. Un ejemplo: su visión de la seguridad pública (a la cual dedica 15 páginas de 212): Peña culpa -correctamente- a Calderón por el incremento de la violencia, pero olvida decir que la gran mayoría de los estados donde ésta se recrudece se encuentran gobernados por priistas.
Y concluye: "La meta es reducir la violencia, recuperar la seguridad ciudadana, construir un país más justo, hacer de imperio de la ley una contante para garantizar las libertades, el orden y la tranquilidad de nuestras familias". Otra vez, espuma.
Dice Volpe que “sólo se me ocurre un descargo a su favor: sin darse cuenta, Peña representa la quintaesencia del PRI contemporáneo: ese partido que, una vez derrotado en el 2000, jamás supo hacer autocrítica, jamás pidió perdón por sus abusos, jamás se renovó, jamás supo encontrar el papel que le corresponde en el 2012.
Hoy resulta imposible discernir cuál es la ideología de la organización política que podría ganar las elecciones de julio. Ni derecha ni izquierda. Un pragmatismo reconcentrado que aspira a vencer por una sola razón: el desgaste del PAN y la fallida estrategia de Calderón frente al narcotráfico, aunque sin proponer ninguna alternativa.
Sin embargo, la indefinición y la cautela que Peña ha escenificado hasta ahora han comenzado a hacer agua. Sus deslices no son simples errores o lapsus: son las fugas que demuestran que el zepelín retórico del PRI está pochado de antemano.
Si Peña no emprende una sólida crítica del pasado priista, si no apuesta por ideas y apuestas claras y si no escapa de la posición de niño bonito que lo ha llevado a adelantarse en las encuestas, la espuma que lo rodea terminará por asfixiarlo.
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