¿Cómo dar esperanza a los desesperanzados?
¿Cómo resistir ante la desesperanza y no morir en el intento?
Dicen los desesperanzados que un pesimista es un optimista bien informado. “Yo sostengo exactamente lo contrario: los pesimistas son pesimistas por falta de información pertinente. En verdad, un optimista es un pesimista bien informado”, dice Bartra de lo escrito por López Obrador, en su libro “La Mafia que se adueñó de México…y el 2012”.
Dicen los desesperanzados que un pesimista es un optimista bien informado. “Yo sostengo exactamente lo contrario: los pesimistas son pesimistas por falta de información pertinente. En verdad, un optimista es un pesimista bien informado”, dice Bartra de lo escrito por López Obrador, en su libro “La Mafia que se adueñó de México…y el 2012”.
Y sin duda el acendrado optimismo de Andrés Manuel se origina en la abundante y privilegiada información de que dispone, proviene de que conoce como nadie el ánimo y la disposición de los mexicanos de a pie. Como ningún otro, Andrés Manuel le ha medido el agua a los camotes, ha palpado los sentimientos de la nación, se ha percatado de las energías, las capacidades, las virtudes, los defectos de los mexicanos del común.
Antes, conocer un país era recorrerlo a ras de tierra. Así lo hicieron en México viajeros como Humbolt, etnólogos como Manuel Gamio, economistas de a caballo como Moisés T. De la Peña, geógrafos trashumantes como Ángel Bassols, agrónomos de guarache como Hernández Xolocotzi y políticos verdaderos como el general Cárdenas.
Ahora, en cambio, se piensa que se puede comprender a México por encuestas, por estadísticas, por grupos de enfoque y “baños de pueblo” debidamente desodorados y sanitizados. A contra pelo, Andrés Manuel desempolvó la vieja tradición del conocimiento presencial, y desde hace casi cinco años, al emprender la campaña por la presidencia, decidió conocer el país de bulto, apersonarse con los mexicanos en los lugares donde habitan.
Pero Andrés Manuel de plano no se mide: pata de perro como nadie, después de 2006 decidió realizar asambleas y formar comités en cada uno de los casi 2 500 municipios del país, recorriendo para ello 175 mil kilómetros. Y cuando se le acabaron los municipios, marchó de nueva cuenta por toda la República reuniéndose en las ciudades importantes con los representantes de los comités.
Casi 200 mil kilómetros, la mayoría por malos caminos: cinco vueltas al planeta por la parte más ancha, la mitad de la distancia de la tierra a la luna.
Con el único fin de llevar esperanza a los miles de millones de mexicanos que viven en pobreza y pobreza extrema; externando que tengan confianza y paciencia porque el cambio a través del Movimiento MoReNa está por venir.
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