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sábado, 31 de diciembre de 2011

Los gemelos Winklevoss de Facebook



Enseguida un resumen de una nota publicada en El País acerca de Facebook:

Qué son 200 millones? Nada, comparado con el honor. Eso es lo que los gemelos Cameron y Tyler Winklevoss quieren que usted crea. Desde 2004 han perseguido a Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, en los tribunales. Primero, para pedirle una compensación, acusándole de robar la idea sobre la que creó la mayor red social de Internet. Luego, porque no estaban contentos con los términos de la indemnización extrajudicial que recibieron de Zuckerberg.

Los Winklevoss, de 30 años, son arquetipos de lo que en Norteamérica se conoce como la élite WASP (siglas de white anglo-saxon protestant, o lo que es lo mismo: blancos, anglosajones y protestantes). No hay nada en su biografía que salga del manual del perfecto WASP: nacidos en Southampton, Nueva York; perfectos al piano desde niños; apasionados del remo; atletas olímpicos; formados en la Universidad de Harvard; miembros de los selectos clubes Hasty Puding y Porcellian, tan rancios como su nombre sugiere. Ni siquiera su fisionomía traiciona su waspismo: de perfectas quijadas cuadradas, engominadas cabelleras y turgentes músculos, altos como estatuas griegas.

Su atuendo: siempre perfecto. Perfecto en clase, perfecto fuera de ella. Solo se desprenden de la americana y la corbata cuando están remando. Y aun en esa instancia, su uniforme deportivo sigue siendo impecable.

La historia es sabida, popularizada por la película La red social: junto con su compañero Divya Narendra, los Winklevoss crearon un listado de alumnos en Internet para Harvard; llegaron a un acuerdo verbal con otro alumno, Zuckerberg, para que se encargara de la programación; este, a escondidas, creó Facebook, que era un proyecto sospechosamente similar; ellos le demandaron; finalmente llegaron a un acuerdo extrajudicial por el que recibieron 65 millones de dólares, 45 de ellos en acciones. Hoy, el valor de esa indemnización se estima en 200 millones, dado el éxito de Facebook. Luego volvieron a llevar a Zuckerberg a los tribunales acusándole de haberles mentido sobre el valor real de las acciones. Pedían 650 millones. Perdieron el caso en abril de 2011.

¿No conocía Zuckerberg las normas? Queda claro que no. Al pagarles la indemnización admitió, implícitamente, su culpa. Y pasó página. ¿Qué le importaba a él aquel vetusto sentido del honor? ¡Si ni siquiera había acabado sus estudios de Harvard! Sin Harvard y sin honor, ahí está Zuckerberg, sentado sobre una fortuna de 17.500 millones. De los que, no hay que olvidarlo, los Winklevoss solo quieren 650. Al final parece, que además de honor, también anhelan otras cosas.

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